EL DESCANSO

Por Macduff

Como es dulce la música de ese primero cántico celestial que sale de las torres de la Nueva Jerusalén, y va flotando a través de las aguas de la muerte.


¡Peregrino, que estás desfallecido por tu larga y ardua peregrinación, lo oyes!

Es el DESCANSO.

¡Soldado, que aún cargas sobre ti la sangre y el polvo de la batalla, lo oyes!

Es el DESCANSO.

¡Viajante, que eres sacudido por las ondas del pecado y de la congoja, llevado aquí y allá por el océano rizado de la vicisitud, lo oyes!

Cielo a la vista: las propias ondas que están quebrando contra ti parecen murmurar: "Así, Él dio a su amado Descanso".

Por fin llegó la respuesta para aquel largo suspiro de la existencia. El trabajo duro y arduo de la prolongada semana terrenal está acabándose. Comienza la tranquila de su sábado ininterrumpido.

¡El hombre cansado finalmente encontró el tan buscado descanso en el seno de Dios!

Macduff

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