¿ESTÁS EN PELIGRO?

Por Richard Baxter

¿Realmente piensa usted que las gentes no santas están preparadas para ir al cielo? Después de todo, son incapaces de amar a Dios aquí en la tierra, ni tampoco pueden servirle de una manera que le sea aceptable. Al contrario, la tendencia completa de sus vidas es en contra de Dios; odian lo que Dios ama, y aman lo que Dios odia. Nunca pueden experimentar jamás la comunión con Dios la cual los creyentes disfrutan aquí en la tierra; ¿Cómo pudiera ser posible que vivieran en la unión perfecta con Dios, la cual su pueblo disfruta en el cielo para siempre? Usted no pensaría que está actuando sin misericordia si se negara a aceptar a su peor enemigo como su hombre de confianza, o si se negara a dar alojamiento a unos puercos en su casa. Y no obstante, usted está listo a inculpar a Dios, el Sabio, el Bondadoso Señor Soberano del universo, si El condena a los inconversos a la miseria eterna. En vez de discutir con Dios y su Palabra, le ruego que escuche lo que El le está diciendo y lo tome para su propio beneficio.
Si usted es un inconverso, puede tomar esto como cierto de la palabra de Dios:
“antes de que un largo tiempo pase, usted tendrá que ser, o convertido o condenado.”
Cuando usted se da cuenta que es Dios, el Hacedor y Juez del mundo quien le está diciendo esto, seguramente es tiempo de escuchar.
¿Ha comenzado a percatarse de esto? Usted está muerto y condenado a menos que sea convertido.
Si le fuera a decir algo diferente, le estaría mintiendo. Si yo fuera a ocultar esta realidad su sangre sería sobre mí. Esto es exactamente lo que Dios dijo a Ezequiel:
“Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás; si tu no hablares para que se guarde el impío, de su camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano.” (Ez.33:8)
Esto puede parecer muy duro, pero lo tengo que decir y usted lo tiene que escuchar. Sin duda es mas fácil escuchar acerca del infierno que experimentarlo.
Si su situación no fuera tan seria, no trataría de inquietarle con tales cosas.
Pero, menos personas estarían en el infierno hoy si hubieran estado dispuestas a escuchar tal enseñanza y reconocer exactamente en qué situación se encontraban. La razón por la cual pocos se escapan del infierno, es porque no hacen ningún intento por entrar a través de la puerta estrecha de la conversión, y vivir una vida de disciplina y santidad, mientras que tengan la oportunidad de hacerlo. La razón por lo cual no hacen ningún esfuerzo para hacerlo, es porque no están conscientes del peligro en que se encuentran. Y no están conscientes de su peligro porque son renuentes a escuchar acerca de él y a pensar seriamente sobre esta realidad.
Si ésta es la verdad acerca de usted, si usted está renuente a creer estas cosas, pienso que la seriedad del asunto debería obligarle a considerarlo y a no tener paz en su mente hasta que sea convertido. Si fuera a escuchar la voz de un ángel advirtiéndole, “Usted debe ser convertido o condenado; volverse o morir”, ¿No quedaría grabada en su mente para inquietarle noche y día? Que cosa tan feliz sería si este fuera el caso y las palabras del ángel no le dejaran en paz hasta que se pusiera de acuerdo con Dios. Pero si usted está decidido a olvidarse de estas cosas, o rehusa creerlas, ¿Cómo podrá ser jamás convertido?
No obstante, usted puede estar seguro de esto: Es posible quitar esta verdad de su mente, pero nunca va a poder quitarla de la Biblia. “Volverse o morir” es una verdad inmutable y de una forma u otra, usted tendrá que experimentarla para siempre.
Entonces, ¿Porqué no son conmovidos los pecadores por una verdad tan importante? Uno pensaría que cualquier persona inconversa que escuchara estas palabras, estaría convencida de su pecado y nunca descansaría hasta que fuese convertido; y sin embargo, la mayoría permanecen descuidados y negligentes.
Si usted es uno de éstos, déjeme asegurarle que las cosas cambiarán algún día.
La conversión o la condenación le despertarán algún día. Esto se lo digo tan ciertamente como si lo estuviera viendo con mis propios ojos. Algún día, o la gracia o el infierno le harán darse cuenta de cuán necio fue rechazar lo que Dios le estaba diciendo.

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