La historia del cántico “Hay un Canto Nuevo en mi Ser”

Sin sospechar que estaban en víspera de una tragedia, el joven predicador llegó con su familia a la casa de sus suegros, pues iba a predicar en una campaña evangelística en ese pueblo. La reunión familiar fue gozosa y sus hijos jugaron felices con sus abuelos. En la noche todos sea acostaron cansados. Más tarde un vecino se despertó y vio la casa envuelta en llamas. Corrió al rescate, pero sólo salieron con vida el padre con los abuelos. Pese a los esfuerzos, la madre con sus tres hijos murieron asfixiados. El viudo Luther Bridgers, no pudo comprender tan terrible pena, pero se afianzó en las promesas de Dios en la Biblia. El Señor le dio un cántico en la noche oscura de su duelo y la verdad del salmo 42 se refleja en el himno "Hay un canto nuevo en mi ser." Además de escribir varios himnos, Bridgers también le sirvió al Señor como misionero en Bélgica, Checoslovaquia y Rusia.

Hay un canto nuevo en mi ser,


Es la voz de mi Jesús

Que me dice: Ven a descansar,

Tu paz conquisté en la cruz.



Cristo, Cristo, Cristo,

Nombre sin igual;

Llena siempre mi alma

De esa nota celestial.


Tengo, de su gracia celestial,

Gozo en su santo amor,

Y riquezas fluyen a raudal

Desde el trono del Señor.


Por las aguas hondas me llevó,

Pruebas en mi senda hallé;

Mas por el sendero me guió

Y sus huellas seguiré.

Cristo en las nubes volverá,

Bajo el bello cielo azul;

El entonces mi alma llevará

A vivir en gloria y luz

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