PERDONANDO

 POR CHARLES SPURGEON


Un cierto gobernador de Georgia, en los días del señor Wesley, dijo que haría azotar a su sirviente a bordo del barco en que iban por tomarse su vino; y cuando el señor Wesley intercedió para que el hombre fuese perdonado en esa ocasión, el gobernador dijo: "es inútil, señor Wesley; sabe usted, señor, yo nunca perdono." "Bien, entonces, señor", -repuso el señor Wesley- "espero que sepa que usted no será perdonado nunca, o de lo contrario, yo espero que no haya pecado nunca." Así que, mientras no dejemos el pecado, no debemos hablar nunca de no perdonar a otras personas, pues necesitaremos el perdón para nosotros mismos.

Ustedes podrán observar, en muchas familias, que surgen disputas incluso entre hermanos y hermanas, pero debemos estar siempre dispuestos a hacer de lado cualquier cosa que cause una disensión o un resentimiento, pues un cristiano es la última persona que debe albergar sentimientos ásperos.

Ocasionalmente he observado que una gran severidad es aplicada en contra de los sirvientes, que se quedan sin un empleo y son expuestos a muchas tentaciones, por una falta que podría ser subsanada si fuera perdonada, y si se usasen palabras amables. No es correcto que alguno de nosotros diga: "¡requiero que todo mundo actúe rectamente conmigo, y quiero que todo el mundo lo sepa; estoy resuelto a no tolerar ninguna insensatez, no va conmigo! Pretendo que todos los hombres actúen rectamente conmigo; y si no, ya los pondré en orden."

Ah, queridos amigos, Dios no les habló nunca así; y permítanme decir también que, si esa es la forma en que hablan, no es para nada el lenguaje de un hijo de Dios. Un hijo de Dios siente que él mismo es imperfecto, y que vive con gente imperfecta; cuando actúan impropiamente hacia él, lo siente, pero al mismo tiempo también siente que, "he sido peor con mi Dios de lo que ellos han sido conmigo, así que me quedaré tranquilo."

Yo les recomiendo, queridos hermanos y hermanas, que tengan siempre un ojo ciego y un oído sordo. Yo he tratado siempre de tenerlos; y mi ojo ciego es el mejor ojo que tengo, y mi oído sordo es el mejor oído que tengo. Hay muchos comentarios que pueden oír incluso provenientes de sus mejores amigos que les podrían causar mucho dolor, y producirles mucho malestar; entonces no los oigan. Ellos probablemente se lamentarán por haber hablado tan poco amablemente, si ustedes no lo mencionan, y dejan que todo se desvanezca; pero si dijeran algo al respecto, y lo estuvieran recordando una y otra vez, y se irritaran y se preocuparan al respecto, y lo engrandecieran, y le comentaran a alguien más ese tema, e involucraran a media docena de personas en la disputa, esa es la forma en la que se han creado los desacuerdos familiares, ha sido la causa por la que las iglesias cristianas han tenido divisiones, el demonio es engrandecido, y Dios es deshonrado. Oh, no permitamos que suceda así entre nosotros, sino que debemos sentir, cuando recibamos alguna ofensa, "Bienaventurados los misericordiosos", y nosotros tenemos la intención de serlo.

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