Extractos del Diario de David Brainerd

Me parece que estoy declinando con respecto a mi vida y fervor en las cosas divinas.
¡Oh, que Dios quiera humillarme profundamente en el polvo delante de Él!
Siguen luego varias intensas exclamaciones y expresiones de anhelo de Dios, como:
¡Oh, si mi alma estuviera envuelta en el amor divino, y mis anhelos y deseos de Dios aumentaran!
¡Oh, bendito Dios mío!, déjame subir hasta cerca de Ti, y amar, y desear e implorar, y luchar y extenderme hacia Ti, para la liberación de mi cuerpo del pecado y de la muerte.


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Me retiré temprano esta mañana al bosque para orar; tuve la ayuda del Espíritu de Dios y ejercité la fe; y pude implorar con fervor por el progreso del Reino de Cristo en el mundo e interceder por amigos queridos ausentes. Al mediodía, Dios me capacitó para luchar con Él y sentir y confiar en el poder del amor divino en la oración. Por la noche me sentí inmensamente en deuda con Dios, y me di cuenta de mi fracaso en el cumplimiento de mi deber.
Puse aparte este día para ayuno y oración a Dios por su gracia, especialmente para prepararme para la obra del ministerio, para darme ayuda y dirección divina en mis preparaciones para esta gran obra, y para que a su tiempo apropiado Dios me enviara su cosecha.
En consecuencia, por la mañana, me esforcé en rogar por la presencia divina durante el día a modo vivo. A última hora de la mañana sentí el poder de la intercesión por las almas inmortales preciosas, para el progreso del Reino de mi querido Señor y Salvador en el mundo; y, con ello, una dulce resignación, y aun consolación y gozo, en la idea de sufrir dificultades, y aflicciones, y aun la misma muerte en el engrandecimiento del mismo; y tuve un peculiar estímulo en implorar por la iluminación y conversión de los pobres paganos.
Por la tarde, Dios estuvo conmigo de veras. ¡Oh fue una bienaventurada compañía realmente! Dios me permitió agonizar hasta tal punto en oración, que quede completamente mojado por el sudor, aunque estaba a la sobra y hacía una fresca brisa.
Mi alma fue apartada mucho del mundo y dirigida a las multitudes de almas. Creo que tuve mas estímulo en orar por los pecadores que por los hijos de Dios, aunque sentí que podía pasar mi vida clamando por los dos.
Disfruté de una gran dulzura en comunión con mi querido Salvador. Creo que nunca en la vida me sentí tan enajenado del mundo y tan resignado a Dios con todo. ¡Oh, si siempre pudiera vivir para mi Dios vendito y en Él! Amén, Amén.

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