Hay que ver lo que Dios hara con un hombre que se rinde plenamente a El

R.A. TORREY HABLANDO ACERCA DE DWIGHT LYMAN MOODY LA PRIMERA COSA que explica porqué Dios usó a Dwight Lyman Moody tan poderosamente es que fue un hombre plenamente rendido. Cada gramo de sus ciento veintisiete kilos pertenecía a Dios. Cuanto era y cuanto poseía pertenecía totalmente a Dios. No pretendo insinuar que el señor Moody fuera perfecto; no lo era. Si lo intentara, supongo que podría señalar algunos defectos en su carácter. En este momento no se me ocurre cuáles eran, pero esforzándome podría recordar algunos. Todavía no he encontrado un hombre perfecto, ni aún uno. He conocido hombres perfectos en el sentido bíblico, vale decir, hombres que pertenecen totalmente a Dios, completamente rendidos a Dios, sin otra voluntad que la divina; pero nunca conocí a un hombre en quien no sorprendiera algunos defectos, algunas áreas donde debería haber sido perfeccionado. No, el señor Moody no era intachable. Si tuvo fallas en su carácter, y las tenía, entiendo que yo estaba en condiciones de saber cuáles eran mejor que cualquier otro debido a mi estrecha asociación con él en los postreros años de su vida; y además, supongo que en los últimos años me abrió su corazón con mayor libertad que a ningún otro en el mundo. Me contó ciertas cosas que pienso no había contado a nadie. Me parece que conocí cuantos defectos había en su carácter mejor que nadie. Aunque reconozco que tuvo fallas, no obstante sé que pertenecía enteramente a Dios.
El primer mes que estuve en Chicago, tuvimos una charla acerca de algunas cosas acerca de las cuales diferíamos bastante y el señor Moody me habló con suma bondad y franqueza diciendo en defensa de su punto de vista: “Torrey, si creyera que Dios quiere que salte fuera de esa ventana lo haría”. Y lo hubiera hecho. Si él pensaba que Dios le demandaba hacer cualquier cosa, la hacía.
Pertenecía totalmente, sin reservas, sin condiciones, enteramente a Dios.
Enrique Varley, un amigo muy íntimo del señor Moody en los primeros años de su ministerio, solía relatar como una vez le había dicho al señor Moody: “Hay que ver lo que Dios hará con un hombre que se rinde plenamente a El”. Según me contaron, cuando el señor Enrique Varley dijo eso, el señor Moody le dijo:
“Bueno yo seré ese hombre”. Y por lo que a mí toca, no pienso que “hay que ver” lo que Dios hará con un hombre entregado por completo a El, pues ya ha sido visto en D. L. Moody. Si usted y yo habremos de ser usados en nuestra esfera como D. L. Moody lo fue en la suya, debemos poner cuanto tenemos y cuanto somos en las manos de Dios para que nos use como El quiere, nos envíe donde El quiere, y haga con nosotros lo que El quiere, cumpliendo por nuestra parte con todo aquello que Dios nos ordena. Hay miles y decenas de miles de hombre y mujeres en el trabajo cristiano, hombres y mujeres brillantes, hombres y mujeres altamente dotados, hombres y mujeres quienes hacen grandes sacrificios, hombres y mujeres quienes han puesto todo pecado consciente fuera de sus vidas. Sin embargo, ser han detenido frente a las demandas de una rendición total a Dios, no alcanzando, por ende, la plenitud del poder. Pero el señor Moody no se detuvo frente a la entrega absoluta a Dios; fue un hombre plenamente rendido, y si usted y yo habremos de ser usados, usted y yo debemos ser hombres y mujeres plenamente rendidos.

Comentarios