TE JACTAS

¿Alguna vez ha oído usted a un evangelista jactarse? Yo si. Algunos se jactan de las muchedumbres que los escuchan, otros del número de profesiones de fe que logran y aun otros de la cantidad de dinero que recaudan. También Pablo se jactaba.
¿Podría yo, como evangelista, jactarme como lo hacia Pablo? Si puede hacerlo, entonces usted tiene derecho de llamarse evangelista y de esperar los resultados que obtuvo Pablo.
Pero dudo que pueda. Todos nos quedamos muy cortos.
Todos nos avergonzamos cuando comparamos nuestro ministerio con el de Pablo.
Él tenia de que jactarse. He aquí, pues, la lista de cosas de las que se jactaba el más grande evangelista del mundo, el apóstol Pablo:
2 Corintios 11:16-31

“Otra vez digo: Que nadie me estime ser loco; de otra manera, recibidme como a loco, para que aun me gloríe yo un poquito.
Lo que hablo, no lo hablo según el Señor, sino como en locura, con esta confianza de gloria.
Puesto que muchos se glorían según la carne, también yo me gloriaré.
Porque de buena gana toleráis los locos, siendo vosotros sabios; porque toleráis si alguno os pone en servidumbre, si alguno os devora, si alguno toma, si alguno se ensalza, si alguno os hiere en la cara.
Lo digo en cuanto a la afrenta, como si nosotros hubiésemos sido flacos (en esta parte). Pero en lo que otro tuviere osadía (hablo con locura), también yo tengo osadía.
¿Son hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son simiente de Abraham? También yo.
¿Son ministros de Cristo? (Como poco sabio hablo), yo más; en trabajos más abundante ; en azotes más; en cárceles más; en muertes, muchas veces.
De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno.
Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; noche y día he estado en lo profundo (del mar); en caminos, muchas veces; peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros con falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchas vigilias, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, mi combate de cada día es la solicitud de todas las Iglesias.
¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿Quién se tropieza, y yo no me quemo?
Si es necesario gloriarse, me gloriaré yo de lo que es de mi flaqueza.
El Dios y Padre del Señor nuestro Jesús, el Cristo, que es bendito por los siglos, sabe que no miento”.

Oswald J. Smith.

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