Hudson Taylor y la visión





En la vida de Hudson Taylor se observa otro ejemplo de lo que es la herencia de la piedad. Hudson fundó la China Inland Mission (“Misión al Interior de China”). Un gran porcentaje de lo que está pasando en China hoy en día se puede trazar hasta los labores pioneras de Hudson en ese país. Hay millones de cristianos en la actual China a causa de una pareja que pasó la antorcha de la fe a sus hijos.

Sin embargo, tres generaciones de ardientes y celosos metodistas antecedieron a Hudson. Al estudiar los antepasados de este célebre misionero, yo encontré nuevamente el cumplimiento de las promesas de Dios. El bisabuelo de Hudson Taylor, James Taylor, sentó un fundamento que se mantuvo por muchas generaciones. James Taylor se convirtió el día de su boda, luego de escuchar a Juan Wesley predicar sobre los hogares piadosos. El texto de aquel mensaje fue “pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24.15). Allí mismo en su granero, el día de su boda, James se arrodilló y rindió su vida a Jesucristo. Por eso, ¡él llegó tarde a su propia boda, porque estaba orando para que Dios bendijese su hogar! No te recomiendo que llegues tarde a tu boda. Sin embargo, ¡no conozco mejor razón que ésa para demorarse!

Este bisabuelo llegó a convertirse en un predicador laico metodista. Él tuvo varios hijos, y todos ellos se criaron con el mismo celo que consumía a su padre. Luego, todos estos hijos tuvieron sus propios hijos, quienes de igual modo legaron a convertirse en predicadores muy fieles y capaces. ¿Puedes ver el ciclo? Es una hermosa descripción y un ejemplo digno de imitar, ¿verdad? Ahora bien, de todos esos nietos de James, uno de ellos fue el padre de Hudson.

Se necesitaría un capítulo entero para describir el hogar en que Hudson fue criado. Ese hogar es uno de los más bíblicos de los que yo haya conocido. Cuando Hudson todavía era un niño, su padre oró diariamente: “¡Oh Dios, manda misioneros a China!” En aquel entonces había muy pocos misioneros en ese lugar. A diario, el niño Hudson escuchó esas oraciones y las mismas caían como gotas de misericordia en su tierno corazón. A sus seis años de edad, Hudson se apartó a solas con Dios, y le dijo: “Dios, me presento ante ti para ir a China”. Desde aquel día en adelante, el corazón de él se consagró para la obra de Dios entre los inconversos de China.

La historia de Hudson no termina con su muerte. Las generaciones de predicadores siguen hasta la generación actual. Ya hay nueve generaciones de predicadores en la genealogía Taylor. En la actualidad, uno de estos predicadores es misionero en Tailandia. ¡Nueve generaciones de predicadores! ¡Es un ejemplo maravilloso de una herencia piadosa! Que Dios nos encienda con la misma clase de visión y nos dé la fuerza para criar una generación de soldados para Cristo. ¡Qué potencialidad cruza nuestro umbral todos los días! Dios no hace acepción de personas. Los ejemplos citados arriba no fueron hombres especiales en sí mismos que Dios escogió para bendecir más abundantemente de lo que lo hacía en los demás. Sino que ellos fueron hombres ordinarios y comunes que obedecieron a Dios, creyeron a sus promesas y recibieron el fruto de su obediencia.

¡Oh, Dios... danos una visión!

Una que nos consuma,
Que nos motive,
Que cambie nuestras prioridades,
Que nos aparte cuando estemos demasiados ocupados y
Que el mundo no pueda oscurecer en nuestra vida.

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