Se buscan discípulos



Por John Wesley
Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la iniquidad de los labios. Prov 4:24

¿En qué país viven los discípulos de Cristo? ¡Qué contados son! ¡Qué pocos hay en toda la redondez de la tierra! ¿Dónde encontraremos un grupo de hombres que siga la Escritura? ¿Los hallaremos en toda la Europa, o acaso en Inglaterra, o en Irlanda? Mucho me temo que no; que si los buscamos por todo el reino, no encontraremos uno solo. ¡Ay del mundo cristiano! ¡Ay de los protestantes, de los cristianos reformados! ¿Quién se levantará conmigo en contra del mundo perverso? ¿Quién se pondrá "de parte de Dios" en contra de los murmuradores? ¿Tú? ¿Quieres con la gracia de Dios evitar que te lleve la corriente? ¿Estás decidido a poner desde este momento y con el auxilio divino, una "guarda a tu boca; una guarda a la puerta de tus labios"? ¿Seguirás desde ahora esta regla: No infaméis a nadie? Si ves que tu hermano hace mal, ¿le redargüirás entre ti y él solo? ¿Tomarás después "uno o dos" testigos, y sólo después de haber cumplido con esto, se lo dirás "a la iglesia"? Si tal es el propósito de tu corazón, aprende esta lección: "No des oído a nada malo de nadie."
Si no hubiera quien prestase oído a la difamación, no habría difamadores. Por consiguiente, si alguien empieza a hablar mal de otra persona, márcale el alto inmediatamente. Rehúsate a escuchar la voz del encantador sin hacer el menor caso de la dulzura de su encanto, de la amabilidad de sus modales, de lo agradable de su voz, ni de las muchas protestas de amistad para la persona a quien está hiriendo en la oscuridad, encajándole el puñal arriba de la quinta costilla. Niégate rotundamente a escucharle, aunque te diga que se siente agobiado por este secreto. ¡Agobiado! ¡Miserable! ¿Te sientes agobiado por este secreto? Ve, pues, quítate la carga de encima como Dios manda. Primeramente, "ve, y redarguye a tu hermano entre ti y él solo;" después "toma contigo dos o tres" amigos mutuos, y en presencia de ellos vuelve a redargüirle. Si ninguno de estos pasos surte efecto, entonces "dilo a la iglesia." Por vida de tu alma, no se lo digas a ninguna otra persona, ni antes ni después, a no ser en el caso especial en que precise absolutamente proteger al inocente. ¿Con qué derecho quieres agobiar a otro, haciéndole que lleve tu carga, que participe en tu pecado?

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