CARTA DE JAMES PARNELL




La carta de James Parnell a los hermanos y hermanas en Londres, escrita desde la prisión donde murió, siendo él el primero de 869 cuáqueros en morir en la prisión.

A mis queridos Amigos, hermanos, y hermanas en la ciudad de Londres.
Mi amor fluye a ustedes, los que están en el reino, a partir de la vida. Ustedes que están en el reino y renovados en el corazón y la mente; ustedes que están separados y redimidos de entre los hijos de este mundo, y toda la contaminación y abominaciones en las que ellos viven. En ustedes están establecidas las obras de la nueva creación, donde mora la justicia. Ustedes son hermosos por dentro, y están adornados por dentro, y son decentes por dentro, y son purificados y limpiados por dentro por la sangre preciosa del Cordero, con quien ustedes están crucificados; quienes están en Él; quienes se han puestos las ropas de bodas, y son admitidos a la mesa del Señor, y son partícipes de la santa unión.
Oh, ustedes benditos del Señor, ustedes criaturas e hijos del Altísimo, quien mora en la pureza y reina en la majestad, que ha puesto y establecido su trono en sus corazones. En ustedes está mi gozo y mi gran deleite. Sí, yo los recuerdo, cuando ustedes eran pequeños y estaban creciendo, pero al esperar en el Señor, ustedes han renovado sus fuerzas, y mi gozo es completo en ustedes aún más; y ustedes son preciosos ante mi vista, ustedes son los judíos interiores, de la circuncisión del corazón, redimidos de los pueblos, lenguas, y naciones, que han venido a la Jerusalén celestial, allí para adorar al Padre en espíritu y en verdad, a quienes Él ha elegido para llevar su santa imagen, la cual ha sido muy desfigurada en el mundo, y para exaltar y glorificar en ustedes su nombre en santidad entre los paganos, y entre aquellos que no lo conocen, ahora en este día, en el cual Él está visitando la tierra con juicio, y con misericordia, y con gran poder, para llamar a los habitantes de la tierra a dar cuentas. Y benditos son ustedes, que han respondido a Su voz; ustedes cantarán, y se regocijarán cuando otros lloren, y se lamenten, y aúllen; aunque su porción [ahora] entre ellos sea sufrimiento, desdén, burlas, ridículo, murmuraciones, injurias, persecuciones, llagas, y encarcelamientos; aún así ustedes han aprendido a contar estas cosas como riquezas, ustedes que conocen al Consolador dentro de ustedes, y al Redentor dentro de ustedes. Yo me regocijo en todas estas cosas, siendo ahora partícipes de todas ellas. Yo no soy desconocido para ustedes; mi voz ustedes conocen de mucho tiempo. Oh, como deseo ver sus rostros, pero en esto yo estoy enderezado por un tiempo. Mi vida está vinculada a muchos de sus corazones, lo cual hace que no los pueda olvidar, de modo que mi cuerpo es mantenido en cadenas apretadas; pero las cadenas serán será quebradas, cuando Él haya perfeccionado SU adoración en ellos, quien es mi único guardador y ayudador.
Oh, ustedes palomas simples, ¡que se sientan sin engaño en sus bocas! Oh, ¡como estoy embelesado con el amor de ustedes, cuando los contemplo en espíritu! Ustedes que se han rendido a la muerte, el hambre, la espada, y al fuego; y se han sometido pacientemente a la voluntad del Padre, y han sacrificado voluntariamente sus deseos y afectos; su fe es imputada en ustedes por su justicia; y el Dios en quien ustedes han confiado y creído, los enriquecerá en Él, y les dará una sustancia incorruptible, y una herencia que nunca se desvanece. En medida ustedes pueden poner sus sellos en aquello que está escrito en ustedes.
Pero algunos han escuchado el espíritu maligno, el cual les ha traído malas noticias de la buena tierra; y ellos se han vuelto hacia Egipto y se han unido con los magos allí para endurecer el corazón del faraón en contra de los inocentes, y llenaron la boca de los paganos con palabras blasfemas. Pero dejen que sigan adelante; "el que es inmundo, sea inmundo todavía;” porque Aquel que viene pronto, cuyo galardón está con Él para darles de acuerdo a sus obras. Pero todas las cosas les ayudan a bien, a aquellos que permanecen en la fe, que no son movidos con los vientos que soplan o las tormentas que vienen en contra de ustedes, que ven la mano de la Providencia en todas estas cosas, lo cual saca lo bueno de lo malo para ustedes, hijos de Dios, que permanecen en la Verdad, y no se apartan.
De modo que, así como ustedes han probado, sentido, conocido y experimentado en Él, así confíen en Él, y permanezcan en su segura confianza, la cual ha sido creada en ustedes por Su Palabra; y sean como luces en el mundo oscuro tanto por palabra como por conversación, para que en todas las cosas ustedes puedan ser aprobados por el [Espíritu] del Padre en sus conciencias, como hijos fieles y obedientes, cada uno en su llamado, en el cual ustedes fueron llamados, para que puedan obtener el premio al final de la carrera. Oh, levanten sus cabezas y vean al Padre, y vean cómo él los ha sensibilizado, y cómo su amor ha sido ofrecido a todos ustedes todo este tiempo, quien no los ha dejado sin maestros y padres cariñosos, quienes los han cuidado con tierno amor. En mucho amor y cariño soy llevado hacia ustedes, pequeños, que surgen de la raíz de la vid, porque ustedes llevan la imagen de mi Padre. Por mucho tiempo he esperado para escribirles, y hace poco tuve una inspiración [habiéndolos visto en el Espíritu] acerca de ustedes, lo cual causó que los visitara con una epístola; porque ustedes a menudo han estado en mi memoria, aunque no podía escribir. Y ahora ustedes deben leer mi carta en ese amor, que la lengua no puede expresar, y en aquella epístola que está escrita en sus corazones, sin papel ni tinta, por la Palabra de vida inmortal, y allí ustedes conocerán mi nombre.
De modo que el Señor Dios Todopoderoso, el que guarda a Israel, los cubra, y en su santa presencia los mantenga puros e inocentes, para que puedan mostrar Su adoración en la tierra, y hacer brillar su adoración en la tierra, y brillar como hijos e hijas de Sión; y yo los entrego a su bendita protección, y me postro con ustedes, y sufro en ataduras externas por la voluntad de los hombres, pero estoy en libertad con los fieles, y soy llamado:
Jaime Parnell
Escrito desde el Castillo de Colchester, El día 12 del primer mes, del año 1656
(Cuando esto fue escrito, poco tiempo antes de morir, Jaime Parnell tenía 19 años de edad, habiendo sido un ministro por Cristo en los tres años pasados, durante los cuales él engendró espiritualmente a muchos. La fortaleza de sus escritos no sólo testifica de su amor, sino también de las obvias enseñanzas recibidas del Maestro, Cristo.)

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