...LOS QUE LLORAN



Por Kathryn Kuhlman
"Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación".
El lamentar por nuestros pecados no es algo por lo cual nos esforzamos en la vida. Para la mente natural, es tan indeseable como la pobreza; más aún, sólo aquellos que pueden "sentir", pueden lamentarse en verdad.
Nuestro Señor dijo: "Bienaventurados los que lloran". Él no se estaba refiriendo al pesimista, ni a la persona egoísta cuyas ambiciones son lo primero en sus pensamientos, ni tampoco tenía Él en mente la persona amargada por alguna pérdida. Hay hombres y mujeres cuyas lágrimas pueden fluir tan fácilmente como agua brotando por un grifo abierto. Pero hace mucho aprendí que hay diferentes clases de lágrimas. Algunas son derramadas a causa de los celos. Estoy seguro que sabes que la primer arma que una persona celosa usará son las lágrimas. En situaciones como ésa, encuentro que debo controlarme a mí misma dado que es mi primer impulso confrontarlas con el hecho de que yo sé que su llanto es sólo una ficción y un arma para abrirse camino.
Después están las lágrimas de auto-compasión. Esas son las personas que han vivido toda una vida sintiendo lástima de sí mismas y han trabajado duro para ganarse la compasión por todas partes.
Sí, he hallado que nada puede significar tan poco como las lágrimas, y nada puede significar tanto como las lágrimas. He tratado con hombres que estaban asustados por los problemas de la vida, endurecidos por un proceso reiterado durante muchos años. Ellos se habían arrodillado conmigo y yo había orado por ellos; con todo, yo era consciente que no estaba penetrando su corazón y entrando en su alma. Luego, súbitamente, cuando estaba por darme por vencida, vi una lágrima caer o un destello en un ojo. En ese instante supe que un proceso enternecedor estaba comenzando y que el Espíritu Santo estaba atravesando el duro caparazón y alcanzando el corazón.
Si tú no tienes sensibilidad toda vez que entras en el campo espiritual (quizás eres jactancioso de este hecho) - si tú puedes honestamente decir que tus emociones no son tocadas cuando lees la Biblia - si tú admites que no tienes consciencia en lo concerniente a las cosas de Dios, entonces te pido que hagas un inventario de tu alma ahora, antes que pase si quiera una hora.
Bendición sí; disciplina no
Hoy día, demasiada gente desea las bendiciones de Dios, pero no la disciplina de limpieza y purificación de Su Palabra. Tantos buscan y aceptan sermones que hacen cosquillas al oído, pero recuerda: Cristo vino a poner un nuevo corazón dentro del hombre, más que tratar solamente los síntomas de sus disyuntivas. Sí, el sentir que muchos quieren como resultado de su religión es un buen sentir o un sentir de seguridad, al menos. Ellos buscan un predicador que les palmeé la espalda y les diga que, después de todo, no son tan malos. Pero Cristo no vino para que nos sintamos satisfechos con la vida que estamos viviendo. Jesús nunca predicó un sermón sin apuntar Su dedo directamente a la cara de aquellos que le estaban escuchando. Él llamó a esto pecado, PECADO.
Hay otra escritura que deseo compartir en conexión con este tema, así que vamos ahora al Evangelio de Marcos en donde leemos que Santiago y Juan fueron a Jesús con un pedido especial. Me he preguntado si estos dos hermanos eran parte de la gran congregación que estaba sentada en la ladera del monte cuando Jesús predicaba Su gran sermón que nosotros llamamos "Las Bienaventuranzas". Si estos hijos de Zebedeo estaban allí, tengo el sentir de que erraron enteramente la interpretación de Su objetivo como a muchos de nosotros nos pasa hoy en día.
"Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que te pidamos (Marcos 10:35). En otras palabras ellos tenían un favor para pedirle a Jesús. Jesús dijo: "Qué queréis que os haga?". Y éste era su pedido: "Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda". Ellos querían sentarse a cada lado de Jesús. Pero Jesús contestó que Él no tenía asientos para ofrecer. No estaba en Su poder concederlos. El seguir en Sus pisadas no asegura asientos, sino más bien una copa. Asientos no, sí una cruz a cambio.
Ha sido mi observación que los espectadores nunca son cristianos saludables o victoriosos. Muchos que profesan a Cristo como Salvador ejercitan su cristianismo en forma pasiva, como alguien que mira un film o está mirando la pantalla de un televisor. Estremecimiento y aventura, para ellos, llegan en segundo término. Ellos desean recibir todo, mientras están sentados, sin hacer nada y sin pagar un precio. Pero tú y yo no podemos entender o asumir el verdadero cristianismo desde un asiento. Ni tampoco podremos ser profundamente espirituales desde un asiento. El Maestro no ofrece asientos, pero sí una copa a cambio, y a veces esa copa está llena de pesares o tribulación o aguas amargas. Sí, nos confirma a lo largo de nuestra vida las bendiciones de Dios. Nosotros anhelamos experimentar las glorias del cielo, deseamos lo mejor del cielo y todo lo que Dios tiene para nosotros; pero sin el dolor de la obra purificadora de Dios.
Hay muchos que argumentarán: "estoy atrapado en una red de circunstancias que me atan de pies y manos. Cómo puedo vivir la vida abundante? De qué manera puedo ser victorioso? Nadie entiende mi situación. Seguramente, soy una excepción cuando viene la batalla para vencer y hallar consolación a través del poder del Espíritu Santo."
En contestación, permíteme guiarte a un pasaje de las Escrituras en Jeremías 31, versículo 2, el cual se refiere a los hijos de Israel cuando dejaban Egipto rumbo a la tierra prometida: "Así ha dicho el Señor: El pueblo que escapó de la espada halló gracia en el desierto..." Esta gente fue purificada en su exilio, y vinieron a ser instrumentos de Dios a través de esa terrible experiencia nacional de deambular en el desierto. El desierto, aunque penoso y despreciado, vino a ser la puerta hacia su victoria.
La gracia de Dios es hallada a menudo en nuestras experiencias en el desierto o en nuestros calabozos. Es posible para ti hallarla en tu hora de Getsemaní y en tu sufrimiento. Puede ser que no halles alivio en el calabozo que te ha encerrado, pero puedes obtener la gracia que da la victoria mientras estás en ese calabozo. Tu Getsemaní no necesita ser una tragedia. A través de Dios, puede transformarse en la más grande experiencia de tu vida. Por lo tanto, no te revuelques en tu sufrimiento sino acepta tu circunstancia como un desafío, considera tu problema como una oportunidad para que Dios trabaje en y a través de ti, y que ello produzca en ti creatividad.
Ponemos mucho énfasis en tener un cuerpo lindo y saludable, y es también de vital importancia tener una mente buena y saludable. Aún más, hay algo que es importante más allá de la salud física y mental; y eso es un alma y una vida espiritualmente saludables. Cuando recibimos sanidad espiritual del alma, las frustraciones se tienen que ir; y en su lugar hallamos utilidad y un amor que se da. Cada día será un desafío. Damos de nosotros mismos y no pedimos nada a cambio. El egoísmo es olvidado.
Experiméntalo Tú
Entre los más grandes gigantes espirituales que haya alguna vez vivido, estaba el apóstol Pablo. No podemos apreciar en su totalidad su fortaleza espiritual hasta que tomamos un tiempo para estudiar las características de su vida. En sus cartas escritas en la prisión, vemos a un hombre de gran fortaleza y profundidad. No había ni asomo de autolástima a pesar de que estaba encarcelado. Escribió en su celda sin ni siquiera un pensamiento sobre sí mismo porque había hallado poder glorioso en su gran Consolador. Había hallado gracia suficiente para todas sus necesidades y gracia suficiente para dar.
Una y otra vez he hecho esta afirmación pero la vuelvo a reiterar: tú nunca podrás dar a otro algo más de lo que hayas experimentado tú mismo. Debemos experimentar la vida verdadera. Debemos pasar a través de aguas profundas para transformarnos en personas maduras. Nosotros alcanzamos madurez como cristianos sólo si ganamos la victoria sobre cada obstáculo. Finalmente, cada crisis viene a ser un desafío, y aventura, y una oportunidad para poner a prueba las promesas de Dios.
Deseas conocer la realidad de las promesas de Dios? Tú nunca experimentarás este gozo desde un asiento. Tú nunca experimentarás Su fidelidad desde la posición de un espectador. Sólo si, personalmente, te paras al propio borde del Mar Rojo, adonde no puedes avanzar y en donde no hay camino de regreso, descubrirás la certeza de la Palabra invariable de Dios. Puedes elegir volverte en derrota, o puedes volverte a la Palabra de Dios, afirmar tu propia vida en Sus promesas las cuales no pueden mentir, y ser victorioso.
Tú puedes recibir profunda enseñanza espiritual bajo el liderazgo de un verdadero hombre de Dios, y ser miembro de su congregación; pero nunca conocerás la realidad de la Palabra de Dios viva hasta que no descanses en las promesas de Dios para ti y pones Su Palabra a prueba. Y tú nunca pondrás la Palabra de Dios a prueba hasta que estés desesperado y te pares a la orilla de tu Mar Rojo en donde Dios es tu última esperanza. Luego, en desesperación, tú no te atreverás a creer Su Palabra y pararte firmemente sobre el "así dice el Señor".
Confortados
Quieres conocer la ternura del Varón de Dolores? Entonces, mi amigo, ve a tu propio Getsemaní. Observa cuando la noche está oscura y las propias estrellas en el cielo han dejado de alumbrar
sobre tu vida. En ese momento estarás consciente de la presencia de Uno que puede ser más real que cualquier ser humano que hayas jamás conocido. Sentirás la ternura en esa persona de Jesús. Sentirás los fuertes brazos del Maestro sosteniéndote muy
cerca de Su gran corazón.
"... porque ellos serán confortados". Esta palabra - confortados - tiene un significado diferente de compasión. En la
presencia de Jesús, tú hallarás consuelo pero no conmiseración. Él no brinda conmiseración a ningún hombre y el regalo de Jesús a Su iglesia, el Espíritu Santo, no brinda compasión a ningún hombre. Pero puedes estar seguro que el poderoso Confortador te dará Su consuelo! Te dará poder! Te dará fortaleza! Te impartirá Su coraje y te hallarás haciendo aquello lo cual no podías hacer en tus propias fuerzas o bajo tu poder.
Bienaventurados los que lloran, benditos son aquellos que pasan a través de un Getsemaní; porque es allí donde crecen. Tú y yo no seremos nunca gigantes espirituales o maduros espiritualmente, nunca conoceremos la ternura del Varón de Dolores si permitimos que la amargura penetre nuestros corazones y nuestras mentes. Si sufrimos, también reinaremos con Él. Hay una corona de gloria, hay una recompensa esperando a aquellos de nosotros que sufrimos por Su Nombre y pasamos a través de esos sufrimientos, victoriosamente - no en nuestras fuerzas, pero en la fuerza del poderoso Consolador, el Espíritu Santo.
Sí, deseamos la bendición de Dios, pero nos encogemos de dolor ante Su purificación. Así, mi amigo, nunca podremos conocer esa apreciada cercanía o las mejores glorias del cielo, sin esa purificación dolorosa; pero nosotros tenemos la promesa de Dios de que con dolor y con limpieza, vendrá el poder fortalecedor del Espíritu Santo, el poderoso Consolador de la Trinidad. Jesús dijo, yo no les puedo dar asientos, pero les ofrezco una copa llena de dolor como Mi copa, y una cruz; y el que no toma su cruz y viene en pos de mí, no puede ser Mi discípulo.

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