NEGARSE A UNO MISMO




Por Charles G. Finney

"Y decía a todos: 'Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a si mismo, tome su cruz cada día, y sígame'" (Lucas 9:23).
Nuestro texto dice: "Tomad vuestra cruz diariamente." Y esto es lo que debes hacer. Este es el único camino posible para vivir santamente. Y debes hacerlo de modo firme, serio, continuo. Debe ser la obra de tu vida, excepto cuando haya un descanso al ganar una victoria substancial sobre tus tendencias a la auto indulgencia. Si un hombre intenta dominar su apetito por las bebidas alcohólicas y lo hace sólo en ocasiones, digamos un día o una semana, y luego se permite libertades entre estos períodos: ha de fracasar totalmente. Nunca va a conseguir nada a menos que tome su cruz diariamente y la lleve en todo tiempo. Debe perseverar en absoluto, o sus esfuerzos no servirán para nada. Precisamente, en proporción a lo estricto que sea en tomar su cruz, ésta va a hacerse más ligera y él más fuerte para llevarla. Cuando un hombre se permite fumar, cada día que se Io permite el tabaco le hace más esclavo. Al contrario, cada día que se abstiene le hace más fácil vencer. Si un hombre de modo resuelto declara: con la ayuda de Dios ninguna concupiscencia, ningún apetito va a dominar sobre mí, y luego se mantiene firme, saldrá vencedor. Aunque al principio emprendas esta obra temblando, si persistes, ganarás terreno. Estos apetitos van a poder menos cada vez en ti. El llevar la cruz te hará más fuerte para la tarea total de la vida cristiana.
El evitar la cruz agravia al Espíritu. Si descuidas tu deber, si dejas de orar en la familia, por el hecho quizá de que hay invitados presentes, puedes estar seguro que esto agravia al Espíritu de Dios. Satán echa estas tentaciones en tu camino, y tú le das toda clase de ventajas contra ti. Es posible que intentes orar en estas condiciones; pero, oh, ¡Dios no está contigo! Has estado en una situación en que debías haber hecho algunas cosas desagradables a la carne y a la sangre; te has escabullido de hacer tu deber; te has ido a la cama cuando debías hacer tu deber. ¿Qué ocurrió entonces a tu alma? ¿No aparecieron espesas nubes que interceptaron la luz del rostro de Dios? ¿Tuviste el consuelo de su presencia? ¿Tuviste comunión con el Salvador? Haz una pausa, por un momento, y pide la respuesta a tu corazón.
Tu utilidad como cristiano dependerá de que lleves tu cruz y de tu firmeza en este curso de vida; porque tu conocimiento de las cosas espirituales, tu vitalidad espiritual, tu comunión con Dios, y en una palabra, tu ayuda del Espíritu Santo, dependerá de la fidelidad con que te niegues a ti mismo.
Si has conocido una vez la bienaventuranza de la vida espiritual, y si tu corazón ha sido mezclado a la imagen de lo celestial, no puedes volver a las ollas de Egipto. Ya no hay la posibilidad de que goces de las cosas terrenas como porción de tu alma. Esto ya está establecido. Abandona al instante y para siempre todo pensamiento de hallar tus goces en los regalos egoístas y mundanos.
A los jóvenes quiero decir: vuestras sensibilidades son vivas, y se inclinan a las cosas mundanas. Ahora es el momento de alejar con mano firme al espíritu del mimo y la complacencia personal, antes de que haya ido demasiado lejos para que puedas dominarlo. ¿Te sientes tentado a ceder y tratarte con la manga ancha? Recuerda que es una ley inalterable de tu naturaleza que debes buscar tu paz y bienaventuranza en Dios. No puedes hallarlo en ninguna otra parte. Has de tener a Jesús por amigo o carecer de amigos para siempre. Tu misma naturaleza exige que busques a Dios como tu Dios -- como Rey de tu vida --, la Porción de tu alma para la felicidad. No puedes esperar que pueda ser tal para ti a menos que te niegues a ti mismo, tomes tu cruz diariamente y sigas a Jesús.
A los que estando todavía en vuestros pecados no podéis concebir cómo podéis gozar de Dios, y no podéis imaginaros cómo puede el corazón adherirse a Dios, y llamarle mil nombres cariñosos, y verter vuestro corazón en amor a Jesús, permitidme que os pida que consideréis que una comunión así con Dios existe, que hay un gozo así en su presencia, y que podéis tenerlo al precio de negaros a vosotros mismos y de una devoción total e íntegra a Jesús; no de otra manera. Y ¿por qué no hacéis esta decisión? Ya decís: Toda copa de placer mundano está vacía, seca, inútil. Dejadla, pues, soltadla. Desprendeos del mundo y elegid un goce más puro, mejor y que permanece para siempre.

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