EL TOQUE DE UNA MADRE


POR D.L. MOODY

Cuando nuestra terrible guerra civil estaba transcurriendo, una madre recibió la noticia de que su muchacho había sido herido en la batalla del Desierto. Tomó el primer tren, fue en busca de su muchacho, aunque una orden había salido del Departamento de Guerra de que no serían admitidas más mujeres dentro de las líneas. Pero el amor de una madre no sabe nada sobre órdenes; y se arregló con lágrimas y ruegos para pasar por las líneas hasta el Desierto. Al fin encontró el hospital donde estaba su muchacho. Entonces fue al doctor y le dijo: "¿Me dejará ir al pabellón y cuidar a mi muchacho?" El doctor dijo: "Acabo de conseguir que su muchacho duerma: está en un estado muy crítico; y me temo que si lo despierta, la excitación será tan grande que lo matará. Mejor debería esperar un poco, y permanecer fuera hasta que le diga a él que usted ha venido y le comunique las noticias gradualmente." La madre miró al doctor y dijo: "¡Doctor, suponiendo que mi muchacho no se despierte, y que yo nunca lo vea vivo! Déjeme ir a sentarme a su lado; no le hablaré." "Si usted no le habla puede hacerlo", dijo el doctor.
Ella se acercó cautelosamente hasta el catre y observó el rostro de su muchacho. ¡Cómo había deseado verle! ¡Cómo sus ojos parecían regocijarse cuando contemplaban su semblante! Cuando estuvo bastante cerca no pudo mantener sus manos quietas, ella puso esa tierna, amorosa mano sobre su frente. En el momento que su mano tocó la frente de su muchacho, él, sin abrir sus ojos, exclamó: "¡Madre, has venido!" Él conocía el toque de aquella amorosa mano. Había amor y simpatía en éste.
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La ternura de Jesús
Ah, pecador, si sintieras el amante toque de Jesús lo reconocerías; éste está tan lleno de ternura. El mundo puede tratarte severamente, pero Cristo nunca lo hará. Nunca tendrás un mejor amigo en este mundo. Lo que necesitas es acudir a Él hoy. Permite que su amoroso brazo te rodee; deja que su amorosa mano esté sobre ti; y Él te sujetará con gran poder. Él te guardará, y llenará ese corazón tuyo con su ternura y amor.
Puedo imaginar a alguno de ustedes diciendo: "¿Cómo acudiré a Él?" Oh, de la misma forma como acudiría a su madre. ¿Ha causado a su madre una gran herida y un gran mal? Si es así, usted va a ella y le dice: "Madre, quiero que me perdones." Trate a Cristo de la misma manera. Vaya a él hoy y dígale que no lo ha amado, que no lo ha tratado bien; confiese sus pecados, y verá cuan rápidamente le bendecirá.
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Extracto del libro EL CAMINO A DIOS POR D.L.MOODY

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