GUARDAOS DE LOS FALSOS PROFETAS



Por John Wesley

"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y hachado en el fuego. Así que por sus frutos los conoceréis" (Mateo 7:15-20).

LOS FALSOS PROFETAS SE PRESENTAN CON APARIENCIA DE PIEDAD. POR FUERA OVEJAS, POR DENTRO LOBOS.

"Vienen a vosotros con vestidos de ovejas" es decir, su apariencia es la de hombres que no pueden hacer daño. Se presentan del modo más amable e inofensivo, sin la menor señal de enemistad. ¿Quién se ha de figurar que estos individuos tan pacíficos podrán hacer mal a nadie? Tal vez no sean tan celosos y activos en hacer bien como uno deseara; pero no obstante, no hay razón para sospechar que tengan ni siquiera el deseo de hacer daño -Pero no es esto todo.
En segundo lugar, vienen aparentando ser útiles, como si estuvieran llamados a esto cabalmente, a hacer el bien. Están encargados especialmente de velar por sus almas, de educarlos en el camino de la vida eterna. Su deber, aparentemente es ir por todas partes "haciendo bien, y sanando a todos los oprimidos del diablo". Siempre hemos estado acostumbrados a considerarlos como mensajeros de Dios, enviados a traernos bendiciones.
En tercer lugar, vienen con la apariencia de la religión. Les podrán asegurar que es el celo de Dios, y solamente eso lo que les impulsa hacer lo que hacen. Todo lo que hablan es a impulsos de su amor a la verdad y el temor de que ésta sea menoscabe; puede ser por amor a la iglesia y el deseo de defenderla de sus enemigos.
Vienen sobre todo, con la apariencia del amor. Se toman todas estas molestias solamente por su bien; no deberían molestarse, pero se interesan por ustedes.
Nuestro bendito Señor vio la necesidad de que todos los hombres conozcan a estos falsos profetas, por más que se disfracen, y dilucidan la verdad por la gran cantidad de consecuencias. Nos da, por consiguiente una regla clara y sencilla que aún las inteligencias de más cortos alcances pueden fácilmente comprender, y que puede aplicarse en todas ocasiones: "Por sus frutos los conoceréis".
Fácilmente podemos aplicar esta regla a todas horas. A fin de saber si ciertas personas que hablan en nombre de Dios son verdaderos o falsos profetas, es fácil observar primero: ¿Qué influencia tienen en sus propias vidas? ¿Qué frutos producen sus doctrinas? ¿Son puros y limpios en todas las cosas? ¿Qué efecto tienen en sus corazones? ¿Dejan ver en todo el tenor de sus vidas que sus disposiciones y costumbres son santas, celestiales, divinas; que está en ellos la mente que estuvo en Jesucristo; que son mansos, humildes, pacíficos, amantes de Dios y del hombre, y celosos en hacer buenas obras?
"¿Acaso se recogen uvas de los espinos" dice, "o higos de los abrojos" (v. 16). ¿Esperaremos buenos frutos de estos hombres perversos? ¡Más bien se puede esperar coger uvas de los espinos o higos de los abrojos! "Todo buen árbol da buenos frutos, mas el árbol malo da malos frutos" (v. 17). Todo verdadero profeta, todo verdadero maestro enviado por Dios, lleva el buen fruto de la santidad; pero el falso profeta, el falso maestro, a quien El no ha enviado por Dios, no lleva malos frutos una que otra vez, sino continua y necesariamente. Así que, tengamos como regla eterna: "Por sus frutos los conoceréis".
¡GUARDAOS DE LOS FALSOS PROFETAS!

UNAS PALABRAS DE AMONESTACIÓN A LOS FALSOS PROFETAS
No puedo concluir sin dirigir antes unas cuantas palabras a aquellos de quienes hemos estado hablando.
¡Ustedes, profetas falsos, huesos secos, escuchen, a lo menos hoy, la Palabra de Dios! ¿Hasta cuándo dejarán de mentir en el nombre de Dios, diciendo: "Dios ha hablado", cuando Dios no habló? ¿Hasta cuándo seguirán torciendo los caminos rectos del Señor, cambiando la luz por tinieblas y las tinieblas por luz? ¿Hasta cuándo dejarán de enseñar el camino de la muerte, llamándolo, camino de la vida? ¿Hasta cuándo cesarán de entregar a Satanás las almas que pretenden llevar a Dios?
Humíllense, pues, ante Él; clamen a Él desde el polvo, para que vivifique sus almas, les dé la fe que obra por el amor, ese amor que es humilde y manso, puro y misericordioso, celoso en buenas obras, que se goza en la tribulación en los reproches, en los sufrimientos, en la persecución por falta de la justicia. Entonces reposará sobre ustedes el "glorioso espíritu de Cristo", y se verá que son de Dios. Entonces harán la obra de evangelistas y cumplirán su ministerio. La Palabra de Dios será en sus labios, como "martillo que quebranta la piedra". Por sus frutos se sabrá que son profetas del Señor, aún por medio de los hijos espirituales que Dios les dé. Y después de enseñar justicia a la multitud, resplandecerán como las estrellas a perpetua eternidad.

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