COLPORTOR

Colportor. Esta palabra ha desaparecido del vocabulario evangélico, desde hace décadas; pero aún a principios del siglo XX, era sinónimo de heroísmo y valentía, y eran muchos los muchachitos de familias evangélicas latinoamericanas que soñaban con serlo. Con ese término se designaba a un vendedor ambulante que viajaba de lugar en lugar, por campos y ciudades, de puerta en puerta, vendiendo Biblias y libros evangélicos. Ellos fueron los primeros misioneros que esparcieron la semilla del Evangelio en toda Latinoamérica.


La historia del colportaje está llena de héroes y mártires. De héroes como Diego Thompson que, en los primeros años del siglo XIX, viajó por los países recientemente independizados, llevando Biblias y estableciendo un novedoso sistema de educación, conocido como “lancasteriano”. De mártires como el italiano José Mongiardino que, en Bolivia, fue arrojado al fondo de un río, con una piedra atada al cuello; o como el inglés Lucas Matthews, que desapareció en Colombia sin dejar huellas.

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