EL ARTE DE LA ILUSTRACION BIBLICA

Por Charles Spurgeon

Para el pastor Spurgeon la Biblia no era únicamente la fuente más adecuada para el material de un sermón, sino también era una fuente de material de referencia y de ilustración. A Spurgeon le gustaban mucho los ejemplos, a los que llamaba: “ventanas que dejan penetrar la luz”, según lo comentó en una conferencia conocida como: “El Arte de la Ejemplificación”; estaba convencido además de que, aun cuando hubiera otras fuentes disponibles, ninguna podía ser de más utilidad que la misma Palabra de Dios. Decía:

“La Biblia es su propio mejor ilustrador. Si necesitan una anécdota, un símil, una alegoría o una parábola, recurran a la página sagrada. La verdad escritural nunca se ve más hermosa que cuando está adornada con joyas tomadas de su propio tesoro”.

No estaba a favor de que otras personas le pidieran al predicador que predicara sobre un texto o un tema dados por otros. Spurgeon comentaba que si recibiera una petición así, su respuesta sería invariablemente: “Jamás”; pero luego cedía un poco al respecto, y afirmaba: “Si tiene que haber excepciones, que sean pocas”. El pastor ilustraba su punto de esta manera:

“Permítanme recordarles que nadie maneja un taller al que puedan venir los clientes y dar sus propias órdenes. Cuando un amigo sugiere un tópico, reflexionen y consideren si es apropiado y comprueben si llega a ustedes con poder. Reciban la petición con cortesía, pues están obligados a actuar como caballeros y como cristianos. Pero si el Señor a quien sirven no arroja Su luz sobre el texto, no lo utilicen para predicar en ese momento, sin importar quién quiera persuadirlos”.
La misma Biblia abunda en metáforas, y símbolos; es un grandioso libro de ilustraciones; prácticamente no hay una figura poética que no pueda encontrarse en la ley y en los profetas, o en las palabras de Jesús y de Sus apóstoles. Al predicador se le pide que hable como oráculo de Dios, y en consecuencia, debe imitar su método ilustrativo, y abundar en emblemas y parábolas. Un sermón que está lleno del comparativo “como” está lleno de ventanas que iluminan la mente, y de manos que la mantienen cautiva. Los discursos engalanados con símiles no solamente proporcionan placer a los niños, sino que personas más maduras se verán encantadas e instruidas también”.

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