MAGNIFICA SIEMBRA


Un médico curó a un indostano de una severa enfermedad; y cuando lo envió del hospital a su casa le dio una Biblia. Tres años más tarde el misionero visitó la aldea en que vivía aquel que había estado enfermo, y encontró a todos los habitantes adorando al verdadero Dios. Aquella Biblia había sido la única instructora que habían tenido. Muchos casos semejantes han ocurrido en los campos misioneros.

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