Shen-mo Hsi un sacrificio vivo

Shen-mo Hsi (1836-1896)


Era una decisión difícil y hubieran preferido no tener que tomarla nunca. Seguían contemplando los objetos que había sobre la mesa, no por su valor monetario, sino por los recuerdos que les traían. La mujer acarició la fina seda de su vestido de bodas y las joyas antes de dárselas a su esposo, el pastor Hsi, para que las vendiera.

La causa a la que iban a destinar el dinero obtenido en la venta eliminaba cualquier posible remordimiento. El pastor Hsi (ex cultivador y ex adicto al opio) había abierto una pequeña clínica en China para ayudar a los adictos a vencer su dependencia del opio. Las noticias sobre la clínica y su éxito se propagaron con gran rapidez en una nación en la que la adicción al opio alcanzaba proporciones epdiémicas. La necesidad era tal que a menudo amenazaba con superar los recursos disponibles.

Las clínicas fundadas por el pastor Hsi no solo ayudaban a liberar a la gente de la adicción al opio, también ofrecían un mensaje de esperanza duradera por medio de la libertad en Jesucristo. A través de casi cuarenta “Refugios contra el Opio”, el pastor Hsi y su esposa ministraron a miles de adictos y sus familias, pero el alcance de su trabajo no se limitó a los adictos. A medida que estos eran liberados y renovados en Jesucristo, el impacto se hacía sentir en las distintas comunidades.

La expansión de la obra trajo como consecuencia el establecimiento de nuevos “refugios” en lugares cada vez más lejanos, lo que demandaba que el pastor Hsi tuviera que viajar continuamente.

Los años de trabajo agotador hicieron mella en la vida de este hombre de Dios que murió a los sesenta años de edad, después de ofrecer su cuerpo como “un sacrificio vivo” a Dios (Ro 12:1-2). Estuviese donde estuviese, la meta del pastor Hsi fue siempre la misma: renovación de la mente, desde el punto de vista físico y espiritual, de sus compatriotas chinos”.

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