EL GRAN PLACER DE CAMINAR CON DIOS



POR JOHN FLAVEL (1628-1691)

EL PLACER Y EL BENEFICIO QUE SE OBTIENEN POR CONTEMPLAR LO QUE DIOS HACE EN SU PROVIDENCIA

Yo debe ahora presentarles el gran placer de caminar con Dios y ver de cerca diariamente Sus providencias.

Por este medio usted puede disfrutar una íntima comunión diaria con Dios día tras día.


El Salmo 104 es una meditación sobre las obras de la providencia. El salmista dice: “Dulce será mi meditación en El.” (vers.34)

La comunión se compone de dos cosas: Primero, Dios dándose a conocer a nuestra alma; y segundo, nuestra alma respondiendo a Dios.



El efecto de esta comunión se manifiesta en cuatro maneras:

1. Tal como con Jacob y los demás santos de los tiempos antiguos, llegamos a sentir que no merecemos la más mínima de las misericordias y la verdad que Dios nos ha mostrado. Somos llevados a decir: “Menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo.” (Gen.32:10)

2. Nuestro amor para con Dios se incrementa cuando recordamos sus misericordias. Cada hombre ama las misericordias de Dios, pero un santo, ama al Dios de las misericordias.

3. La comunión con Dios que es producida al meditar en sus providencias, hace que el alma mantenga una continua vigilancia para no pecar en contra de Dios.

4. La comunión, hace que sea fácil obedecer y servir al Señor. David y Josafat encontraron que esto es cierto. (Sal.116:12; 2 Cron.17:5-6)

Entonces, usted puede ver la maravillosa comunión que el alma puede tener con Dios estudiando sus providencias. ¡Oh que usted anduviera en esta manera con El! Cuando tales efectos como estos son producidos en su corazón, el Señor dirá: “¡Los favores con los cuales usted le he beneficiado, no han sido bien otorgados en vano!” Dios se regocijará de hacerle bien para siempre.

Recordar las providencias pasadas será una fuente continua de alabanza y agradecimiento, el cual es el trabajo de los ángeles en el cielo, y la parte más placentera de nuestras vidas en la tierra.

Se dice del antiguo pueblo de Dios: “Bien pronto olvidaron sus obras.” (Sal.106:3) Aunque la providencia les alimentó en una manera sorprendente en el desierto, ellos no le dieron a Dios la alabanza que El merecía. (Num.11:6) David se esforzaba con toda su fuerza para agradecer y bendecir a Dios por todas sus misericordias para con él. “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.” (Sal. 103:1-2) No es tanto las bendiciones que la providencia nos da como la bondad y la benignidad de Dios en dárnoslas, lo que ocupa a la persona agradecida en su alabanza. Como David dice: “Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán.” (Sal.63:3) Dar vida y preservarla son actos preciosos de la providencia; pero la gracia que le motiva a Dios a hacer todo esto es mucho mejor que las dádivas mismas. Recibimos misericordias cada día y ellas son una gran razón para estar agradecidos. “Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios.” (Sal.68:19) La ternura de la misericordia divina es manifestada en su providencia. “Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen.” (Sal.103:13) Sus profundas emociones al consolar a su pueblo son como las de la madre para con su bebe. (Isa.49:15) Entonces, postrarnos ante sus pies maravillados por la manera tierna en que Él se humilla al colocarse a un nivel tan bajo en sus tratos con nosotros, es una cosa de grande gozo para nosotros.

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