Por Jühn W. Baker
Un cabo de África del Sur fue llamado "Cabo de la Muerte" a causa de las muchas tormentas que tenía y de las vidas que habían sido devoradas allí. Cierto día, en 1789, un osado navegante puso proa dentro de las terribles tormentas que azotaban la zona y encontró un área de completa calma. Entonces lo llamó "Cabo de Buena Esperanza".
Así también, existía un cabo que salía de la tierra e iba a perderse en el mar de la eternidad llamado "muerte". Todos tenían miedo de él, pues más tarde o más temprano tendrían que sumergirse en sus oscuras y peligrosas aguas. Pero hace unos dos mil años, un valiente navegante de los cielos, vino y navegó en las temibles aguas de ese cabo y estuvo bajo su poder durante tres días. Emergiendo luego de ellas, encontró la puerta que conducía a un mar sin fin de paz y gozo, al cual nosotros ahora llamamos la "Gran Esperanza": CRISTO
Un cabo de África del Sur fue llamado "Cabo de la Muerte" a causa de las muchas tormentas que tenía y de las vidas que habían sido devoradas allí. Cierto día, en 1789, un osado navegante puso proa dentro de las terribles tormentas que azotaban la zona y encontró un área de completa calma. Entonces lo llamó "Cabo de Buena Esperanza".
Así también, existía un cabo que salía de la tierra e iba a perderse en el mar de la eternidad llamado "muerte". Todos tenían miedo de él, pues más tarde o más temprano tendrían que sumergirse en sus oscuras y peligrosas aguas. Pero hace unos dos mil años, un valiente navegante de los cielos, vino y navegó en las temibles aguas de ese cabo y estuvo bajo su poder durante tres días. Emergiendo luego de ellas, encontró la puerta que conducía a un mar sin fin de paz y gozo, al cual nosotros ahora llamamos la "Gran Esperanza": CRISTO
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