CONDICIONES PARA UN AVIVAMIENTO


Nuestro grave error es querer que Dios envíe un avivamiento bajo nuestros términos. Queremos tener el poder de Dios en nuestras manos, para invocarlo y que trabaje para nosotros, promover y fomentar nuestra clase de cristianismo. Queremos aún tener el mando, guiando el carruaje a través del ambiente religioso en la dirección que queremos dirigirlo, proclamando: “¡Gloria al Señor!”. Cierto, pero honestamente estamos en cierta forma buscando una porción de esa gloria para nosotros mismos. Pedimos a Dios que envíe fuego a nuestros altares, ignorando completamente el hecho de que son nuestros altares, no el de Dios. Y como los profetas de Baal trabajamos por nosotros mismos frenéticamente como si por medio de la fuerza pudiéramos dirigir el brazo del Todopoderoso.
Todo el error proviene de una noción confusa sobre el avivamiento y una falla en reconocer las leyes morales que sustentan el reino de Dios. Dios nunca obra caprichosamente; sus métodos nunca son impulsivos o erráticos. Él nunca envía juicio a menos que haya una violación a sus leyes, ni envía su bendición si no hay obediencia a las mismas. Tan precisos son sus actos tanto de justicia como de misericordia que un observador sabio, consciente de las circunstancias, podría predecir con absoluta precisión cualquier visitación de juicio o gracia que Dios pudiera enviar a una nación, una iglesia o una persona.

A. W. Tozer (1897-1963)

Comentarios