LA VOZ DEL ATALAYA


Por Charles Wesley
¿En qué estado se encuentra tu alma? Si Dios te pidiese tu alma, mientras estoy hablando, ¿estaría lista para la muerte y el juicio? ¿Podrías presentarte ante Aquel que es demasiado “limpio…de ojos para ver el mal”? ¿Eres digno de “participar de la suerte de los santos en luz”? ¿Has peleado la buena batalla y guardado la fe? ¿Has recobrado la imagen de Dios en ti mismo, la virtud y verdadera santidad? ¿Te has quitado el hombre viejo y puesto el hombre nuevo? ¿Te has revestido de los méritos de Cristo?
¿Tienes aceite en tu lámpara, gracia en tu corazón? ¿Amas al Señor “de todo tu corazón, y de toda tu alma...y de todo tu entendimiento”? ¿Tienes esa mente que es según la mente de Jesucristo? ¿Eres cristiano en realidad de verdad, es decir: una nueva criatura? ¿Han pasado las cosas viejas y han sido todas hechas nuevas?
¿Eres “participante de la naturaleza divina”? ¿No sabes que Cristo está en ti a no ser que seas un condenado, que Dios habita en ti y tú en Dios por medio de su Espíritu que te ha dado, que tu cuerpo “es templo del Espíritu Santo”? ¿Tienes testimonio en ti mismo, la señal de tu herencia? ¿Has “recibido el Espíritu Santo,” o te sorprende mi pregunta y contestas que ni siquiera sabes “si hay Espíritu Santo”?
Si acaso este lenguaje te ofendiere, sabe que no eres cristiano ni deseas serlo; que tu misma oración en pecado se convierte y que hoy día te has burlado de Dios muy solemnemente, cuando oraste pidiendo el auxilio del Espíritu Santo, al mismo tiempo que no creías que se pudiese recibir tal cosa.
A pesar de esto, con la autoridad de la Palabra de Dios y de nuestra Iglesia, debo repetir la pregunta: “¿Habéis recibido el Espíritu Santo?” Si no lo has recibido, aún no eres cristiano; porque cristiano sólo es el hombre que está ungido del Espíritu Santo y de poder. Aun no eres participante de la religión pura y limpia. ¿Sabes qué cosa es la religión; qué es: participar de la naturaleza divina; la vida de Dios en el alma humana; tener a Cristo en el corazón; Cristo en ti, “la esperanza de gloria,” pureza y felicidad; el principio de la vida celestial en la tierra; el reino de Dios en ti; no la comida ni la bebida; no una cosa exterior, sino “justicia y paz y gozo por el Espíritu Santo” un reino eterno fundado en el alma; “la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento;” un “gozo inefable y glorificado”?
¿Sabes tú que “en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión; sino la fe que obra por la caridad,” la nueva creación? ¿Ves la necesidad de ese cambio interior, del nacimiento espiritual, de la vida de los que antes estaban muertos, de la santidad, y estás plenamente persuadido de que sin ella ninguno verá al Señor? ¿Estás trabajando por obtenerla y hacer firme “tu vocación y elección,” ocupándote en tu salvación con temor y temblor, esforzándote a entrar por la puerta angosta? ¿Obras en conciencia respecto a tu alma y puedes decir al que escudriña los corazones: Tú oh Dios, eres lo que mi corazón desea, Tú sabes todas las cosas, Tú sabes que quiero amarte?
Abrigas la esperanza de ser salvo; pero ¿qué razón tienes para abrigar esa esperanza? ¿Porque no has hecho ningún mal o porque has hecho mucho bien? ¿Porque no eres como otros hombres, sino instruido, sabio, honrado y moral, estimado de todos, y de buena reputación? ¡Ay! nada de esto te valdrá con Dios. Con El vale menos que nada. ¿Conoces al Señor Jesús a quien Dios mandó, y te ha enseñado que “por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios: no por obras, para que nadie se gloríe”? ¿Has recibido como la base de tu esperanza, esa palabra fiel de que “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores”? ¿Has aprendido lo que quiere decir: “No he venido a llamar justos, sino pecadores a arrepentimiento”? “No soy enviado sino a las ovejas perdidas.”
¿Estás ya perdido, muerto, condenado? El que tiene oídos para oír que oiga. ¿Sabes lo que mereces? ¿Conoces tus necesidades? ¿Eres pobre de espíritu y estás pidiendo a Dios y rehusándote a ser consolado? ¿Eres el hijo pródigo que “vuelve en sí” y se levanta arrepentido para ir a su padre? ¿Quieres vivir santamente en Cristo Jesús? ¿Sufres acaso alguna persecución por causa de El? ¿Dicen de ti los hombres toda clase de cosas malas falsamente y por causa del Hijo del hombre?
Ojala y escuchaseis en todos estos asuntos la voz de Aquel que hace despertar a los muertos, y sintieseis el peso de su palabra capaz de desmenuzar las rocas. ¡Oh, si escuchaseis su voz hoy día, mientras es de día, y no endurecieseis vuestros corazones! “Despiértate, tú que duermes,” en sueño espiritual, no sea que duermas la muerte eterna. Considera lo desesperado de tu condición y “levántate de los muertos.” Deja a tus antiguos compañeros de pecado y miseria; sigue tú a Jesús y deja que los muertos entierren a sus muertos; sé salvo de esta perversa generación; sal de en medio de ellos, apártate y no toques lo inmundo, y el Señor te recibirá. Cristo te dará la luz.

Comentarios