NO SEAS VENCIDO DE LO MALO, VENCE CON EL BIEN



Por William McDonald


“No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal”
(Rom 12:21).
Si este versículo no hubiera sido escrito bajo la inspiración de Dios, diría: “No permitas que la gente camine sobre ti. Devuélveles una dosis de su misma medicina”. El mundo piensa en términos de represalia y venganza. 
Pero en la escuela de Cristo aprendemos la lección opuesta. No debemos ser vencidos por el mal sino emplear el bien para vencer al mal.
Una historia atribuida a Francisco de Asís ilustra el tema. Cuando era niño jugaba en el vecindario de su casa y descubrió que había eco cuando gritaba. Era su primera experiencia con el eco, de modo que comenzó a experimentar. Gritó: “Te odio” y el mensaje volvió: “Te odio”. Subiendo el volumen, volvió a gritar: “Te odio” y las palabras volvieron una vez más con mayor intensidad: “Te odio”. La tercera vez gritó con toda su fuerza: “Te odio” y las palabras repercutieron con gran vehemencia: “Te odio”. Después, el silencio. Corrió a su casa llorando convulsivamente. Su madre había escuchado los fuertes gritos en el patio pero sin embargo le preguntó: “¿Qué te pasa, querido?” Contestó: “Hay un niñito ahí afuera que me odia”. Su madre pensó por un momento y luego dijo: “Te diré qué hacer. Ve afuera y di al niñito que lo amas”.
De modo que el jovencito salió y gritó: “Te amo”. Con precisión las palabras volvieron claras y suaves: “Te amo”. Gritó una vez más con mayor énfasis: “Te amo” y de nuevo escuchó la respuesta: “Te amo”. Por tercera vez gritó con profunda sinceridad: “Te amo” y las palabras volvieron a él tiernamente: “Te amo”.
Mientras escribo esto, hay personas por todo el mundo que se gritan: “Te odio”. Y todavía se preguntan porqué las tensiones aumentan. Las naciones expresan su odio hacia otras naciones. Los grupos religiosos están trabados en combate. Las razas rivalizan entre sí. Los vecinos riñen tras las cercas de sus patios y los hogares se destrozan con luchas y amarguras. Estas personas están dejando que les venza el mal, porque el odio engendra odio. Si tan sólo cambiaran su estrategia devolviendo amor por odio, vencerían el mal con el bien y descubrirían que el amor engendra amor.


Debemos ser en extremo cuidadosos
De la semilla que nuestra mano sembrará;
El amor del amor germinará,
El odio del odio crecerá.

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