Por J.C. Ryle
El ministro de Cristo es llamado especialmente a caminar con Dios. Todo depende de esto: su propia paz y alegría, su propia recompensa futura en la próxima venida del Señor. Pero en un modo especial Dios señala a esto como la manera verdadera y segura de lograr la bendición. Éste es el gran secreto del éxito pastoral. El que camina con Dios refleja la luz de su rostro en un mundo en tinieblas; y cuánto más cerca camina, más de esta luz refleja. El que camina con Dios tiene en su porte y su rostro una dulce serenidad y un gozo santo que difunde serenidad todo alrededor. El que camina con Dios recibe e imparte vida dondequiera que va, como está escrito: de él “ríos de agua viva correrán” (Juan 7:38). No es sólo la luz de mundo sino la fuente del mundo, dispensando el agua de la vida por todos lados y haciendo que el terreno árido florezca como la rosa. Riega el desierto del mundo al ir avanzando en su curso tranquilo. ¡Su vida es bendecida, su ejemplo es bendecido, sus relaciones son bendecidas, sus palabras son bendecidas, su ministerio es bendecido! Las almas son salvas, los pecadores se convierten y muchos se apartan de su iniquidad.
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