LA VIDA DE ORACION DE J.A. BRYAN DE BIRMINGHAM


La vida de oración del predicador presbiteriano J.A. Bryan de Birmingham afectó poderosamente a toda una ciudad norteamericana, historia que es resumida a continuación.  La misma fue escrita por Harry Denham, Secretario del Evangelismo de la Iglesia Metodista, quien conoció personalmente a este hombre extraordinario.
“En Birmingham, Alabama, donde nací y viví durante 45 años, el más famoso hombre no era el alcalde, ni el editor del gran diario de aquella ciudad, ni el presidente del gran banco de la ciudad, ni el presidente de la empresa Tennessee Coal, Iron, and Railroad Company (Empresa de Carbón, Hierro y Ferrocarril de Tennessee), que tenía 30,000 empleados.  El hombre más conocido fue el humilde predicador presbiteriano llamado J.A. Bryan.  Todos en Birmingham simplemente le llamaron “Hermano Bryan”.”
Siendo todavía joven, vino a Birmingham, la cual era una nueva ciudad en ese entonces.  No vino para minar carbono u otros minerales, ni para hacer cualquier trabajo físico.  Vino, como ha explicado muy bien Guillermo Stidger, egresado de la Universidad de Teología de Boston, para ser “un necio para Cristo”.  Esto es, de veras, la mejor forma describirlo.  Otros se han hecho necios para el oro, el placer, el prestigio, la educación o la política.  Pero, el hermano Bryan para Cristo era un necio.”
“Fue conocido como un hombre de oración.  Cuando falleció, los ciudadanos de Birmingham erigieron un monumento en memoria de él.  El monumento fue una piedra labrada con la forma de hermano Bryan, arrodillado, orando.  Tal como él era, la gente de esa gran ciudad industrializada quería recordarlo.”
“A la medianoche se podía encontrar al hermano Bryan en la parada de los carros eléctricos, orando con los trabajadores y conductores, cuando ellos arribaban a la parada, durante la noche.  De igual modo, oró con los trabajadores del tren en la mañana, antes que empezara la jornada.”
“Hermano Bryan consoló a más personas en sus tristezas que cualquier otro ministro de nuestra ciudad.  Fue conocido por todos; sin importar su prestigio, creencia, raza o finanzas.”
“Un día, él y yo estábamos en la esquina de la Segunda Avenida y 20 Calle, que es el punto de más tránsito de Birmingham.  Allí hermano Bryan oró con hombres y mujeres desamparados y necesitados.  En cierta ocasión, le vi sacar su sombrero negro que llevaba, y usarlo para atraer la atención del chofer de un automóvil de lujo.  El automóvil se paró, al igual como lo hacían todos para el hermano Bryan.  Unas mujeres de la alta sociedad estaban en el asiento de pasajeros, a las cuales preguntó el hermano Bryan: —¿Puedo orar con ustedes?  —Y como todos hacían para el hermano Bryan, le dieron su consentimiento.  Oró un ratito con ellas, se despidió y mandó al chofer que siguiese adelante.” “Condujo muchos servicios funerales.  A veces, solo él asistía esos servicios, a razón de que el difunto era un hombre pobre o poco conocido.” “El Hermano Bryan siempre anunciaba el evangelio en tales servicios.  Dijo que quizás iba a ser la única oportunidad que tuvieran algunos para escuchar un sermón.  En los mismos, siempre pidió al ministro ayudante compartir una oración.  Una cierta vez, un ministro joven oró largo tiempo durante el servicio.  Oraba y oraba y oraba, y por fin terminó.  El Hermano Bryan le aconsejó, diciendo: —Hermano, si oraras en otras ocasiones, no estarías tan atrasado en tu orar.” “A veces, el hermano Bryan llamó a otros por teléfono, pidiéndoles que orase con él por teléfono.  Siempre estaban agradecidos por esa oportunidad.  El Hermano Bryan oraba rápidamente, se despedía y llamaba a otra persona.  Podría contarles tantas historias similares acerca de él.”
“Un día su cansado corazón se paró.  Su cuerpo fue llevado al cementerio, no por un coche fúnebre, sino que por la ambulancia de los bomberos de la ciudad, porque se consideraba el capellán de la ciudad.  A lado de las calles desde su iglesia hasta el cementerio, tal distancia, siendo de cuatro kilómetros, había miles de personas, llorando sin timidez, durante su procesión fúnebre.  Así el Hombre de Oración de Birmingham fue enterrado en el hermoso Parque Elmwood.  Oró durante todos sus días que estuvo en la carne, y estoy seguro que sigue orando, viviendo en espíritu.”
(Este resumen se usa con autorización, tal como fue publicado en Wesleyan Methodist.)

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