MI DEDO ERES TU



Cierto hermano solía repetir en todas sus oraciones en la iglesia, una frase como estribillo. Hablando de los inconversos, de las personas sufridas que no tienen paz, él orando por ellos decía:
- Tócales con tu dedo, tócales Señor.
Un día, al acabar de pronunciar sus conocidas palabras, quedó parado, como si no pudiera seguir adelante. Al fin, pero muy turbado, pudo concluir su oración.
Concluido el servicio, un hermano le preguntó:
- ¿Qué le ha sucedido, creímos que le había pasado algo?
- Pues me ha sucedido que, al concluir de pedir al Señor ¡que les tocase con su dedo! he oído su Voz que me decía: ¡Mi dedo eres tú, ve y tócales!.
Mis queridos hermanos y amigos. A veces en el servicio a Dios, llenos de buenas intenciones, oramos para que Dios en su misericordia haga algo por alguien, pudiendo nosotros hacerlo por nuestros propios medios. Dios dejó a Su iglesia en la tierra para que haga el trabajo. Con qué frecuencia se nos olvida que nosotros somos el instrumento de Dios. La próxima vez que ores a Dios para que Él haga algo o toque la vida de alguien tal vez Dios te conteste: "Mi dedo eres tú".

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