Por A. B.
Simpson
El vestido
elegante de una mujer hindú (el sari) se ata a su persona con un solo nudo. Un
panel largo de tela envuelve su cuerpo para reposar sobre ella como un traje
hecho a la medida. Al final se ata con un pequeño nudo y toda la envoltura de
tela se sostiene con esa simple atadura.
Es así en
nuestra vida espiritual; nuestros hábitos de gracia pueden compararse a
vestimentas. Es verdad que la vestimenta del amor, que es el precioso adorno
del hijo de Dios, se ata con pequeños nudos. Si Ud. lee Primera de Corintios
capítulo 13 con detención, verá que la mayoría de las cualidades del amor se
expresan en términos negativos.
1Co 13:4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no
tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no
se irrita, no guarda rencor;
6 no se goza de la injusticia, mas se goza de
la verdad.
7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta.
8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías
se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
Aquí están
los nudos suficientes como para sostener la envoltura de nuestra vestimenta
espiritual.
Aquí
también están las razones para entender el fracaso de muchos, la razón por la
cual andan desnudos, o con vestimentas resquebrajadas, permitiendo que otros
vean su vergüenza y fracaso. Cuidemos nuestros “nudos.”
Cita Bíblica:
1Co 13:5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
1Co 13:5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
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