Que Dios me diera un
corazón cargado,
infundido con la pasión de
orar
Por los que, sumergidos en
pecado,
No pueden Sus riquezas
alcanzar.
¡Quién me diera un alma
semejante
A la de Cristo, mi fiel
Salvador,
Que en total agonía estuvo
orando
Por los otros!
¡Oh, dame un corazón,
Padre mío, cargado por los
otros!
Anhelo, Padre amado, tal
pasión
Que derramar mi corazón por los perdidos
Anhele yo; y aun vida, ¡fiel
Señor!
Que sepa orar, sí, cueste
lo que cueste.
Enséñamelo, Señor, por
compasión.
Enséñame tú mismo este
secreto.
Estoy sediento de aprender
esta lección.
Anhelo, Jesús mío, que lo
hagas.
¡Padre, este favor pido de Ti:
Que se revele Tu Espíritu
en mí!
María Warburton Booth
Comentarios
Publicar un comentario