Por A. W. Pink (1886-1952)
El culto familiar debe realizarse reverente,
sincera y sencillamente. Es entonces que
los pequeños
recibirán
sus primeras impresiones y formarán sus primeros
conceptos del Señor
Dios. Debe tenerse sumo cuidado a fin de no darles una idea falsa de la Persona
Divina. Con este fin, debe mantenerse un equilibrio entre comunicar su
trascendencia y su inmanencia, su santidad y su misericordia, su poder y su
ternura, su justicia y su gracia. La adoración debe empezar con unas pocas palabras de oración invocando la
presencia y bendición de
Dios. Debe seguirle un corto pasaje de su Palabra, con breves comentarios sobre
el mismo. Pueden cantarse dos o tres estrofas de un salmo y luego concluir con
una oración en
que se encomienda a la familia a las manos de Dios. Aunque no podamos orar con
elocuencia, hemos de hacerlo de todo corazón. Las oraciones que prevalecen son generalmente
breves. Cuídese
de no cansar a los pequeñitos.
Los beneficios y las bendiciones del
culto familiar son incalculables.
Primero, el culto familiar evita muchos pecados.
Maravilla el alma, comunica un sentido de la majestad y autoridad de Dios,
presenta verdades solemnes a la mente, brinda beneficios de Dios sobre el
hogar.
La devoción personal en el hogar es un medio muy
influyente, bajo Dios, para comunicar devoción a los pequeños. Los niños son
mayormente criaturas que imitan, a quienes les encanta copiar lo que ven en los
demás. “El estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel, la cual
mandó a nuestros padres que la notificasen a sus hijos,
para que lo sepa la generación venidera, los hijos que
nacerán, y los que se levantarán, lo cuenten a sus hijos. A fin de que pongan en Dios su confianza, y
no se olviden de las obras de Dios, y guarden sus mandamientos” (Sal.
78:5-7).
¿Cuánto de la
terrible condición
moral y espiritual de las masas en la actualidad puede adjudicarse al descuido
de este deber por parte de los padres de familia? ¿Cómo pueden los
que descuidan la adoración a
Dios en su familia pretender hallar paz y bienestar en el seno de su hogar?
La oración cotidiana en el hogar es un medio bendito de
gracia para disipar esas pasiones dolorosas a las cuales está sujeta nuestra
naturaleza común.
Por último,
la oración
familiar nos premia con la presencia y la bendición del Señor. Contamos con
una promesa de su presencia que se aplica muy apropiadamente a este deber:
Vea Mateo 18:19, 20. Muchos han descubierto en el
culto familiar aquella ayuda y comunión con Dios que anhelaban y que no habían logrado en la
oración
privada.
Comentarios
Publicar un comentario