Colocado fui en la rueda del Alfarero. ¡Sentí Su toque poderoso y me
resentí de eso!
Oí entonces mi propia voz preguntando en alta voz: pero – ¿porque me
haces así?
Mira – ¿no puedes quitarme de tu rueda más rápido? ¡Es que sufro inmensamente
en ella! ¡Ya no me lastimes más! ¿Cuánto tiempo aún estarás cortando de mi
barro? ¡Y son cada vez más grandes los pedazos y más largos los periodos!
¿Cuándo va a terminar esto? ¿No ves que me cortas demasiado y llevas demasiado
tiempo?
¡Parece que por cada vuelta que Tu rueda da, una puntada enorme me
alcanza y algo de mí desaparece! ¡Mira que me duele! ¡Y ahora ya no puedo ser
más como era antes y me quedo más pequeño en cada vuelta que doy en tu voluntad!
¡Cada corte me alcanza y me daña! Parece que me estuviese estropeando en vez de
arreglarme. Mira, ¿cuándo va a terminar esto? ¿Cuándo, en Tu mirada, voy a
estar bien?
Inmediatamente sentí que la rueda se estaba deteniendo y fui colocado
fuera de ella. ¡Qué alegría! Había terminado una obra maestra en mí. Pero sentí
algo salado: unas lágrimas cayendo las cuales dejaron en mí Su marca.
Sentí que estaba libre y fui colocado en las estanterías de los
vendedores. Inmediatamente hallaré dueño, pensé para mí. ¿Quién me rechazará?
¡Estuve en la rueda del Alfarero tanto tiempo! ¡Soy perfecto y obra única! ¡Y
ahora que había salido de ella y su cuchillo ya no me cortaba pedazos sin fin,
estaba bien y era un ser atractivo, ciertamente! ¡Quién lo diría! ¡Nadie me
rechazará! ¡Soy obra de Maestro experto! ¡Traeré mucha honra a quién me hizo y
salvaré a quien me compre! ¡No podía esperar! ¡Cuántas visiones de grandeza
inundaron y animaron todo mi ser! ¡Y que privilegio único dar honra a mi
Alfarero fuera de Su rueda! ¡Su obra en mí había terminado!
¡Y así fui llevado y colocado donde pensé que sería visto y admirado!
Pero no fue así; fui comprado y colocado en un lugar encima de una mesa, caía y
nadie cuidaba de mí. Nunca nadie me encontró perfecto y a medida que iba cayéndome
algo en mí se iba quebrando y rompiendo. Me acordé de las lágrimas de mi
Alfarero y de la marca que habían dejado allí en mí – y era visible. ¿Porque
había Él llorado cuando le pedí salir de su rueda? ¿Porque Sus lágrimas me
marcaron tanto así?
Fui lanzado y tirado de un lugar a otro, marchitado con quiebres y me
quedé partido por fuera, rajado por dentro. Después me caí por una última vez y
me tiraron afuera. No traje honra a mi Alfarero, nada bueno conseguí.
Pero… ¿qué es esto? ¿Qué manos serán estas que me cogen así tan
suavemente? ¡Oh no!… ¿Será que conozco este toque especial? ¿Qué dirá Él cuando
me vea en este estado?
Y Él me recogió y me pegó de nuevo. Me dijo: “Ven, te reharé y serás Mío
y te colocaré en Mi mesa”. No entendí porque me vino a buscar aquí lanzado,
pues para nada sirvo más y ya ni soy hombre que sepa hablar y de nada soy capaz
ahora. ¿Cómo me encontró Él, porque me buscó aún? ¿Qué tengo yo que sirva más?
Nada, de hecho, sólo Su marca que siempre se vio.
E inmediatamente comenzó a girar la rueda de nuevo. ¡Pero ahora me
estaba gustando, pues nada mejor me aconteció en toda mi vida! ¡Ni dolor sentía
más, pues las caídas que di lejos de esta rueda me lastimaban mucho más! ¡Mira!
¡No siento el dolor de su cuchillo y siento que cada corte me reconstruye
ahora! ¡Menos mal que estoy ahora en esta rueda siendo rehecho del mismo barro!
¡Y también ya tengo destino! Anteriormente quería ser colocado en mesa de rico,
pero si Mi Alfarero me coloca en su mesa, encontraré una honra en demasía para
un vaso quebrantado y despreciado como yo.
Mi actitud cambió y ahora veo mejor esta rueda, pues fue en ella que me
rediseñó. Su toque suave, de alguien que sabe lo que hace, ya no me confunde. Ahora
sé que mi Alfarero sabe lo que hace, pues por la suavidad con que me toca, veo
que sabe quién soy y con qué contornos me hizo. ¡Extraño! El único lugar donde
nunca me lesioné fue donde está Su marca, donde Sus lágrimas cayeron por mi petición.
Ya no quiero salir de esta rueda a menos que sea para ser colocado en la
mesa de quien me recogió estando quebrado, sin más honra ni alguien que me
deseara así.
Terminó Su obra en mí y fui colocado en una mesa revestida de oro
finísimo. Pero ¿por qué razón quería yo ser comprado, deseado, admirado y
vendido si mi Alfarero me quiere así? Pero aquellas marcas de Sus lágrimas
permanecieron en mí, pues siempre me hicieron saber a Quién pertenezco-Quien me
amó. ¿Cómo pude ser así tan liviano, queriendo ser de otros dueños con mi
Maestro rico?
Y así fui rescatado después de ser prestado para ser quebrado. Cuando
nadie más me halló útil, aun así mi Alfarero me recogió. Siempre viviré con Él
y Su mesa de Oro adornaré, pues mi Alfarero me hizo conforme fue Su designio y
Su buena intención para conmigo. Mira, soy vaso de honra, pero ahora veo que me
colocó donde nunca había deseado ser colocado. Que mi Maestro se digne de mí,
pues Su obra Él aprecia cuando la termina así.
Traducción Wiarly Muñoz Giampaoli
Comentarios
Publicar un comentario