ESCUCHA MIS PALABRAS Y CONSIDERA MI GEMIR



Escucha, oh Jehová, mis palabras. Considera mi gemir. Salmos 5:1

Hay dos tipos de oraciones: las que se expresan con palabras, y los anhelos callados de las meditaciones silenciosas. Las palabras no son la esencia sino el ropaje de la oración. Moisés frente al Mar Rojo clamó a Dios, aunque nada dijo. Sin embargo, el uso del lenguaje puede impedir que la mente se distraiga, puede ayudar a los poderes del alma y puede despertar la devoción. Vemos que David hace uso de ambos tipos de oraciones, y anhela para el primero ser escuchado y para el segundo ser considerado.
Considera mi gemir. ¡Qué frase tan expresiva! Si he pedido lo que es correcto, concédemelo; si he omitido pedir lo que más necesito, llena el vacío en mi oración. Haz que tu alma santa lo considere como presentado por medio del Mediador de toda gloria: luego, Señor, examínalo en tu sabiduría, pésalo en balanza, juzga tú mi sinceridad y el verdadero estado de mis necesidades ¡y respóndeme a tu tiempo según tu misericordia!
Puede haber una intercesión donde no hay palabras y puede haber palabras que no son verdaderamente súplicas. Cultivemos el espíritu de oración que es aún mejor que el hábito de orar. A veces parece que hay oración donde hay poca devoción. Debemos comenzar a orar antes de arrodillarnos, y no debemos dejar de hacerlo cuando nos ponemos de pie.

Por Charles Spurgeon

 

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