LA DIRECCIÓN INFALIBLE DEL ESPÍRITU SANTO

 

   

El trabajo del Espíritu Santo es el de guiar a la gente de Dios, a través de las incertidumbres y peligros y las obligaciones de esta vida, a sus hogares en el cielo. Cuando guió a los israelitas fuera de Egipto bajo la dirección de Moisés, Él los llevó a través de los desolados desiertos montañosos en una columna de nube por el día y fuego por la noche, así pues dándoles confianza para su bienestar y seguridad. Y esto fue sólo una muestra de su eterna dirección espiritual de sus gentes.


"Pero ¿cómo puedo estar seguro de qué es lo que Dios quiere de mí?" es seguro llegar a ser el grito fervoroso y algunas veces agonizante de cada cristiano humilde y lleno de celo por Dios. "¿Cómo puedo saber la dirección del Espíritu Santo?" se pregunta una y otra vez.


Siempre necesitamos ser guiados por Él


Es bueno que nosotros siempre tengamos en mente la necesidad de ser guiados siempre por Él. Un barco naufragó en una costa rocosa, muy lejos del rumbo del cual el capitán pensaba ir. Al examinar las causas de por qué se hundió, se encontró que la brújula había sido ligeramente desviada por un pedacito de metal que se había metido dentro de la caja.


Pero en la travesía de la vida que cada uno de nosotros navegamos, estamos expuestos a muchos peligros como los barcos en la mar, ¿y cómo vamos a ir rumbo a nuestro puerto celestial sin ninguna dirección divina? Hay casi un infinito de cosas que nos puedan influenciar a desviarnos del derrotero seguro y cierto.


    Empezamos en la mañana, pero no sabemos cuál persona vayamos a encontrar, cuál párrafo vayamos a leer, cuál palabra vayamos a escuchar, cuál carta que recibamos, cuál pueda ser la tentación sutil que nos asalte o nos halague, cuáles decisiones inmediatas tengamos que tomar durante el día, que puedan voltearnos invisiblemente pero con todo seguramente, de la senda correcta. Nosotros necesitamos la dirección del Espíritu Santo.


No solamente necesitamos la dirección divina, sino que la podemos recibir. La Palabra de Dios nos asegura de esto. Oh, cómo mi corazón fue confortado y asegurado una mañana por estas palabras: "Y Jehová te pastoreará siempre" (Isaías 58:11). Y no de vez en cuando, no ciertos días, sino "siempre". ¡Aleluya!


    El salmista dice: "Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aún más allá de la muerte" (Salmos 48:14). Y Jesucristo dijo del Espíritu Santo: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad" (Juan 16:13). Y Pablo el apóstol escribió: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios" (Romanos 8:14).


Estas escrituras establecen la verdad de que los hijos de Dios puedan ser guiados siempre por el Espíritu de Dios.


Guíame, o mi gran Jehová,


Peregrino en esta tierra estoy.


Soy débil, pero tú eres poderoso,


Guíame con tu mano hoy.


¿Cómo nos guía Dios?


Pablo dice: "Porque por fe andamos, no por vista" (2 Corintios 5:7). "Más el justo por la fe vivirá" (Romanos 1:17). Así que podemos resumir que la dirección del Espíritu Santo es tal que demanda el ejercicio de la fe. Dios nunca nos guiará en la manera que pongamos a un lado, la necesidad de fe.


Cuando Dios advirtió a Noé, leemos que fue por fe que Noé fue llevado a construir el arca. Cuando Dios le dijo a Abraham que fuese a la tierra que Él le enseñaría, fue por la fe que Abraham se fue (Hebreos 11:7-8).


Si creemos, por seguro que seremos guiados, pero si no creemos, seremos dejados a nuestra propia cuenta. Sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6), o seguirlo en donde nos quiera llevar.


El salmista dice: "Encaminará a los humildes por el juicio" (Salmos 25:9). De esto podemos discernir que el Espíritu nos guía de tal forma que demandará el ejercicio de nuestro mejor juicio. Él alumbra nuestro entendimiento y dirige nuestros juicios por darnos razón y juicio sanos.


    John Wesley dijo que Dios casi siempre le guiaba en presentarle a su mente razonamientos por cualquier curso de acción.


El salmista dice: "Me has guiado según tu consejo" (Salmos 73:24), y también "Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar" (Salmos 32:8). Ahora bien, el consejo, instrucción, y la enseñanza no son solamente tareas del instructor, sino también el estudio y la pronta atención por parte de quien está siendo enseñado.


Y así el ser guiado del Espíritu Santo insistirá en que escuchemos cuidadosamente, estudiemos con diligencia, y aprendamos con paciencia las lecciones que Él nos enseñara. Vemos que el Espíritu Santo no hace a un lado nuestros poderes y facultades personales, sino busca la manera de despertarlas y movilizarlas en una actividad llena y completa, y envolverlas en plena perfección, y así haciendo de ellas canales por los cuales Él pueda inteligentemente influenciar y guiarnos.


    Lo que el Espíritu Santo busca hacer es de iluminar todo el ser espiritual así como el sol ilumina nuestro cuerpo físico, y traernos en tanta unión y simpatía, tanta unidad de pensamiento, deseo, afección y propósito con Dios, que sabremos en todo instante por medio de algo así como un instinto espiritual, lo que Dios quiere concerniente a nosotros, y nunca dudando de su voluntad.


El Espíritu Santo nos guía:


    1. Por exponer a nuestras mentes las profundas verdades santificantes de la Biblia, y especialmente por revelarnos a nosotros el carácter y espíritu de Jesucristo y sus apóstoles, y llevándonos a seguir sus pasos —pasos de fe, amor y devoción desinteresada a Dios y al hombre, aun hasta el de dar sus vidas por ellos.


    2. Por las circunstancias y alrededores de nuestro vivir diario.


    3. Por el consejo de otros, especialmente de sabios y devotos hombres y mujeres de Dios con experiencia.


    4. Por una profunda e íntima convicción, la cual crece mientras esperamos en Él en la oración, siendo dispuestos para obedecer. Y es por esta soberana convicción que los hombres son llamados a predicar, a ir a los rincones de la tierra como misioneros, a dedicar su tiempo, talentos, dinero y sus vidas a los propósitos de Dios por los cuerpos y las almas de los hombres.


Por qué algunos no encuentran dirección


    ¿Por qué buscan algunas personas la dirección del Señor, pero no la encuentran?


    1. Porque ellos no son diligentes en el estudio de la Palabra de Dios, ni tampoco buscan ser llenos con su verdad y principios. Ellos son negligentes del cultivo de mente y corazón en la escuela de Cristo, y así pierden la guía divina.


    Uno de los hombres más poderosos usados por Dios, y que aún vive, solía llevar su Biblia cuando yendo a la mina de carbón, siendo un muchacho, y pasaba sus ratos libres llenando su corazón y mente con verdades celestiales, así preparándose para ser guiado divinamente en labores poderosas por Dios.


    2. Ellos no aceptan humildemente las providencias diarias, las circunstancias y condiciones de su diario vivir, como parte presente del plan de Dios para ellos, como escuela en la cual Dios los entrene para tareas más grandes, como su viña en la cual Él los quisiera que obren con diligencia.


    Una joven se imaginó que había sido llamada para dedicarse completamente a ganar almas. Pero bajo el entrenamiento penetrante que tenía que pasar, encontró cuán interesada era ella, y dijo que mejor fuera regresar a su casa a vivir una vida santa ahí, y buscar la forma de conseguir ganar a su familia--algo que enteramente había descuidado --antes de que se dedicara al trabajo del evangelismo.


    Si no somos fieles en el hogar, la tienda o el trabajo donde laboramos, nos equivocaremos de la dirección de Dios para con nosotros.


    3. Porque ellos no son dóciles, mansos, y no desean recibir instrucción de otros cristianos. Estos no son de mente humilde.


    4. Porque ellos no esperan en Dios ni tampoco oyen ni escuchan la interna dirección del Espíritu Santo. Ellos son obstinados, tercos, quieren hacer las cosas de su propia manera. Alguien ha dicho: "Lo que a Dios pedimos, no es tanto la manera y la voluntad de Él mismo, como la aprobación de lo que es nuestro deseo". Y otra persona ha dicho: "La guía de Dios es clara cuando somos fieles".


    Si prontamente y de buena gana obedecemos, de ninguna forma nos extraviaremos del camino. Pablo el apóstol dice de sí mismo: "No fui rebelde a la visión celestial" (Hechos 26:19). Él obedeció a Dios no importando cuánto era lo que costara, y así el Espíritu Santo lo podía guiar.


    5. Por causa del temor y de la incredulidad. El temor y la incredulidad fueron la causa que hizo a los israelitas dar la vuelta y no ir a Canaán cuando Caleb y Josué les aseguraron de que Dios les ayudaría a tomar posesión de la tierra prometida. Ellos quitaron sus ojos de Dios, y temieron a los gigantes y las ciudades amuralladas, y así no obtuvieron la guía de Dios para con ellos, y perecieron en el desierto.


    6. Porque no oran pronto y con toda confianza a Dios acerca de todo. El apóstol Pablo nos dice que debemos de ser "constantes en la oración" (Romanos 12:12), y me he persuadido de que la demora y la tardanza en orar, y la pereza y somnolencia cuando oramos, son las que roban a los hijos de Dios de la certeza gozosa de que serán guiados en todas las cosas.


    7. Por la impaciencia y la prisa. Algunos de los propósitos de Dios para nosotros se desenvuelven lentamente, y nosotros debemos esperar en Él con paciencia y calma, con la fe y la fidelidad, asegurados de que en el tiempo señalado, Él nos declarará su voluntad si nuestra fe no fracasa. Nunca es la voluntad de Dios de que nos apresuremos sumamente, sino que con la firmeza paciente, aprendamos a aquietarnos cuando la columna de nube y de fuego no se mueve, y que en confidencia amorosa y prontitud alegre, levantemos nuestras tiendas, marchando adelante cuando Él nos dirija.


Cuando no podemos ver el camino,


confiemos y sigamos en el obedecer


Aquel que nos insta seguir adelante,


mostrarnos la senda es su deber.


Aunque sea profunda la mar,


y ahora negado nos sea el pasaje,


nuestro Señor nos promete guiar;


y así sin temor sigamos el viaje.


   Finalmente, podemos estar seguros de que el Espíritu Santo nunca llevará a su gente hacer algo malo o que sea contrario a la voluntad de Dios como está revelada en la Biblia.


    Él nunca lleva a nadie a ser descortés. "Sed… amigables" (1 Pedro 3:8) es el divino mandamiento. Él nos hará respetar tanto las menores gracias de modales buenos y discretos, como las leyes grandes de santidad y justicia.


Algunas veces tal vez nos guíe por caminos que son duros para la carne y la sangre, y que nos traigan la tristeza y la pérdida en esta vida. Él llevó a Jesús al desierto a ser dolorosamente probado por el diablo, y al pretorio de Pilato, y a la cruz.


Él llevó al apóstol Pablo en caminos que resultaron en encarcelamientos, apedreos, azotes, hambre, frío, amarga persecución y muerte. Pero el Espíritu Santo sostenía a Pablo hasta que finalmente exclamó: "De buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.


"Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2 Corintios 12:9-10). ¡Aleluya! ¡Oh, el ser así guiados por nuestro Guía celestial!


  Por Samuel L. Brengle (1860-1915)

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