GUARDA TU CORAZÓN CON UNA DISCIPLINA ESTRICTA


El que monta un caballo torpe, debe mantener la vista en el camino y la mano en las riendas. Cristiano, así es tu corazón: puede tropezar en el camino más llano aunque no se vea un problema a kilómetros de distancia. Por tanto, mantén la rienda corta: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Pro 4:23).

Mira de cerca tu corazón a diario para que pueda rendir cuentas de sí. El amo estimula indirectamente a su siervo a robar si no le pregunta de vez en cuando por el dinero que utiliza.

Algunos de la época del rey Joás tuvieron a su cargo el dinero de la reparación del Templo, y no tenían que rendir cuentas porque se sabía que “lo hacían fielmente” (2 Rey 12:15). Pero no actúes tú así. En su lugar, rinde cuentas a Dios de tu corazón y tu conciencia a diario, para que las tentaciones sutiles de Satanás no desfalquen las inversiones de Dios en ti.

Dios te ha puesto muchos talentos en las manos para reparar tu templo espiritual —la salud, la libertad, los días de descanso y adoración, los sacramentos, el compañerismo—, la obra de la gracia en ti. Investiga la forma en que gastas cada uno de ellos y podrás ver cómo se adelanta la obra del Reino.

Es mejor hacerlo a diario porque, aunque no lo creas, tarde o temprano Dios pedirá cuentas a tu corazón.

Por William Gurnall


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