FUEGO PURIFICADOR

El fuego transforma. Ese atizador puesto en la rejilla es duro, frío y negro; pero si tú lo pones por algunos momentos en el corazón del fuego, llega a ser suave, intensamente cálido, y brilla con blancura incandescente. Retíralo otra vez, y todas sus viejas cualidades se reafirmarán; pero mientras esté en el fuego, no pueden ser vistas: el hierro es transformado a la semejanza de la llama en la cual es bañado.

Así ocurre con nosotros mismos. Por naturaleza somos también duros, fríos y oscuros; y la tendencia de nuestra naturaleza irá siempre en estas direcciones, esperando para reafirmarse cuando es dejada a sus propias expensas. Pero si solo podemos para siempre habitar con el fuego devorador y con los ardores eternos del amor y la luz y la vida de Dios, un cambio maravilloso pasará sobre nosotros; y seremos transformados en la misma imagen, de gloria en gloria. Ya sin durezas, seremos moldeados en la forma que él seleccione; ya no más fríos, brillaremos intensamente con amor a Dios y a los hombres; ya no más oscuros, seremos exhibidos en la blancura de una pureza que es producto del calor más intenso.

Por mucho tiempo, hemos sido reducidos por el quemante ardor del horno – no es el dolor, la prueba o la aflicción, sino Dios. Permitámosle proseguir su obra. Abramos nuestra naturaleza, para que Dios, el Espíritu Santo, pueda llenarnos. Entonces llegaremos a ser como él es; nuestra tosca naturaleza parecerá ascender al cielo en caballos y carros de fuego. En el fuego de Dios nos habremos convertido en fuego.

…porque nuestro Dios es fuego consumidor”. Hebreos 12:29

Traducido de Devotionals on Hebrews.

Por F.B.Meyer

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