Así ocurre con nosotros mismos. Por naturaleza somos también duros, fríos y oscuros; y la tendencia de nuestra naturaleza irá siempre en estas direcciones, esperando para reafirmarse cuando es dejada a sus propias expensas. Pero si solo podemos para siempre habitar con el fuego devorador y con los ardores eternos del amor y la luz y la vida de Dios, un cambio maravilloso pasará sobre nosotros; y seremos transformados en la misma imagen, de gloria en gloria. Ya sin durezas, seremos moldeados en la forma que él seleccione; ya no más fríos, brillaremos intensamente con amor a Dios y a los hombres; ya no más oscuros, seremos exhibidos en la blancura de una pureza que es producto del calor más intenso.
Por mucho tiempo, hemos sido reducidos por el quemante ardor del horno – no es el dolor, la prueba o la aflicción, sino Dios. Permitámosle proseguir su obra. Abramos nuestra naturaleza, para que Dios, el Espíritu Santo, pueda llenarnos. Entonces llegaremos a ser como él es; nuestra tosca naturaleza parecerá ascender al cielo en caballos y carros de fuego. En el fuego de Dios nos habremos convertido en fuego.
…porque nuestro Dios es fuego consumidor”. Hebreos 12:29
Traducido de Devotionals on Hebrews.
Por F.B.Meyer
Comentarios
Publicar un comentario