EL DÍA DE LAS PEQUEÑECES

 

Siete personas solamente estuvieron en la primera reunión que se celebró en el mes de noviembre de 1881, en un cuarto arriba de un teatro viejo, llamado Caledonian Hall, de la ciudad de Nueva York. Una de las siete personas era Josephus Pulis, un borracho transformado, del cual A.B. Simpson testificaba de que antes era el mayor pecador, pero después de conocer a Cristo, era el santo más dulce que jamás hubo en toda la ciudad. Desde la primera reunión hasta que murió en el año 1914, Josephus estuvo estrechamente asociado con la obra que encabezaba Simpson.

Simpson, refiriéndose más tarde al humilde principio de la obra expresó: “Recuerdo bien aquella tarde fría y de un cielo gris, años atrás, cuando un grupo de ocho personas (las siete mencionadas y él) humildes, pero creyentes de oración, se reunió en un aposento alto para empezar esta obra para Dios. Abrimos nuestra Biblia y leímos las siguientes palabras aquella tarde: "¿Quién ha despreciado el día de las cosas pequeñas? No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos". “Nos arrodillamos en oración delante del Señor para alabarle porque éramos humildes, éramos pocos, éramos débiles, y que allí mismo entregamos al poder del Espíritu Santo nuestro todo y Él jamás nos ha fallado”. Zacarías 4:6 y 10.

Por A.B. Simpson

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