Por Charles Finney Si intentas orar de modo efectivo,
tienes que ofrecerlo en el nombre de Cristo. No puedes presentarte ante Dios en
tu propio nombre. No puedes pedir en tus propios méritos. Pero puedes
presentarte en un Nombre que siempre es aceptable.
Ya sabemos lo que es usar el
nombre de otra persona. Si vamos al banco con un talón firmado por un
millonario, puedes sacar el dinero como si lo hiciera él mismo. Pues bien,
Jesús te da derecho al uso de su nombre. Y cuando oras en el nombre de Cristo,
significa que puedes prevalecer como si fueras Él mismo, y recibir tanto como
Dios daría a Jesús si fuera Él quien lo pidiera. Pero has de orar con fe. Para orar de modo efectivo has de orar
con sumisión a la voluntad de Dios. No confundas la sumisión con la
indiferencia. Son muy distintas.
Conocí a un individuo que vino a un lugar en
que había un avivamiento. Él estaba frío, y no entró en el espíritu del mismo,
y no tenía espíritu de oración; y cuando oyó que los hermanos oraban como si no
se les pudiera negar lo que pedían, se sobresaltó de su atrevimiento, y siguió
insistiendo en la importancia de orar con sumisión; cuando era evidente que
confundía la sumisión con la indiferencia.
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