El famoso himno “Sublime Gracia” fue escrito por John Newton, un hombre que supo recordar su redención.
Fue hijo único y su madre murió cuando él sólo tenía siete años. Se hizo marinero y se hizo a la mar a los once años.
Al crecer, trabajó en un barco de esclavos y participó activamente en la horrible degradación e inhumanidad del comercio de esclavos.
Pero en 1748, cuando tenía veintitrés años, su barco estuvo en peligro inminente de hundirse frente a la costa de Terranova, John Newton clamó a Dios por misericordia, y la encontró.
Nunca olvidó lo asombroso que era que Dios le hubiera recibido, a pesar de lo malo que era.
Para mantenerlo fresco en su memoria, fijó en la pared, sobre la repisa de la chimenea de su estudio, las palabras de Deuteronomio 15:15: Y te acordarás de que fuiste siervo en la tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te rescató.
Si mantenemos fresco en nuestra mente lo que una vez fuimos, y lo que somos ahora en Jesucristo, haremos bien.
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