Salmo 31:15, "¡En tus manos están mis tiempos!"
¡Qué dulce y confiada declaración de labios de David! En medio de la angustia, la traición y la debilidad, David se entrega por completo a su Dios Salvador. Estas no son meras palabras de resignación, sino de una confianza serena en la soberanía absoluta de Dios.
El creyente sabe que . . .
cada momento suyo,
cada uno de sus eventos,
cada una de sus aflicciones,
y cada una de sus alegrías,
son decretados y dirigidos amorosamente por su Padre sabio y misericordioso.
Nada es aleatorio
Nada carece de sentido.
Nada está fuera de Su control.
"Mis tiempos" ¡no sólo los favorables sino también los dolorosos !
Tiempos de oscuridad y retraso,
tiempos de persecución y dolor,
tiempos de tentación y confusión
-Todos están en sus manos amorosas.
¿De quién son las manos?
Las manos que crearon los cielos y fundaron la tierra.
Las manos que sostienen el universo con la palabra de Su poder.
Las manos que fueron traspasadas por nuestras transgresiones.
Las manos que . . .
guía suavemente a su rebaño,
llevar sus corderos,
y sostiene a sus débiles.
En esas manos, David confía no sólo su alma, sino también sus momentos y sus estaciones.
Esta es la clave para todo santo azotado por la tormenta: que su vida no se rige por la casualidad ni está a merced de hombres malvados ni de circunstancias caprichosas . Sus tiempos están en manos de Aquel que no puede errar, que siempre actúa por el bien de su pueblo y la gloria de su Nombre.
El creyente quizá no sepa lo que le depara el mañana, pero sabe Quién lo depara.
Él tal vez no comprenda el dolor actual, pero tiene la seguridad de que no se desperdicia ni un solo momento, pues todo está medido por una sabiduría infalible y un amor infinito .
Aquí hay un rico consuelo: Nada puede tocar al creyente, sino lo que primero pasa por las manos de su Padre celestial.
La enfermedad puede venir, pero es enviada por Aquel que es el Gran Médico.
La pérdida puede irrumpir, pero está ordenada por Aquel que da y quita con perfecta sabiduría.
El retraso y la desilusión pueden ensombrecer nuestro camino, pero detrás de cada nube oscura está la sonrisa de la misericordia soberana.
Cristiano, descansa tu alma cansada en esta verdad hoy: "¡Mis tiempos están en Tus manos !"
No está en mis propias manos: propenso a la locura.
No en manos del hombre : frágiles y volubles.
No en manos del destino , ciego y cruel.
Pero en tus manos , paternales, fieles y llenas de compasión.
Nunca te apoyes en tu propio entendimiento nublado, sino entrégale cada hora, cada estación, cada incógnita a Su sabio y amoroso cuidado.
El creyente ve su vida como un tapiz tejido por dedos divinos.
Aunque ahora no pueda ver el patrón, confía en el Tejedor.
"¡Mis tiempos están en tus manos!"
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